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Más mascotas que niños

Jueves, 21 de marzo 2019, 04:00

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Mientras las mascotas rozan las 20.000 en la capital, tan solo hay 17.372 menores entre 0 y 15 años” se leía en el subtítulo de la noticia que firmaba D.R.H. esta semana en LA GACETA. Miré a mis hijas y recordé, una vez más, mi promesa sobre la acogida de un perro cuando se puedan responsabilizar de él.

Lo cierto y verdad es que el dato es asombroso. Es noticia. Sobre todo si uno entra con detalle en los números que se desgranan en el interior del artículo. Sorprende que en una década se haya duplicado el registro de mascotas en la capital. Que igual siempre ha habido las mismas, pero que ahora se dan de alta, se legalizan. Lo cual es bueno, muy bueno. Es señal de que sus dueños se ocupan más de ellas. Y dice mucho de los vecinos de la capital charra. Yo, por principio —y por la educación recibida en casa— no me fío de la gente a la que no le gustan los animales. Creo que nos hacen más humanos. Y que si los humanizamos, nos envilecemos. Eso también.

El quiosquero del paseo Carmelitas, mi querido Alberto, sentenciaba en redes sociales lo que le sugería la noticia: “Nos estamos extinguiendo; como esto no cambie, Salamanca va a ser la nueva Detroit”. Y entonces sí que me entraron los siete males al imaginar una ciudad monumental convertida en un gigantesco parque temático. Una ciudad en la que no vive nadie, en la que apenas caminan por sus calles los visitantes diseminados que se acercan a fotografiar el esqueleto de una capital sin vida.

Pero creo que el asunto de la baja tasa de natalidad que empuja a Salamanca a ser la Detroit ibérica no tiene una única causa. Seguro que la falta de políticas de apoyo a las familias influye, lo mismo que la emigración de los jóvenes en busca de un futuro mejor. Incluso las dificultades para engendrar. Algo gozoso por naturaleza que hemos convertido en un suplicio de calendario y clínica artificial.

Pero a mí me da que también hay en el fondo de la cuestión algo mucho más preocupante. Ojalá me equivoque, pero mi sensación es que cada vez somos más egoístas. Que nos cuesta dejar de ser el centro de nuestras vidas para ocuparnos de criar a otras personas que dependen de nosotros. Que huimos de la responsabilidad. Que nos buscamos mil y una excusas para no querer procrear.

Decía alguien en redes sociales que es más fácil abandonar a una mascota que a un niño. Y sí. También las mascotas eran algo que se asociaba a la infancia.

Quizá hayamos dejado de tener niños porque ya nos comportamos como ellos. Y con mascota.

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