Más ingeniería social
Mientras la hoguera de la polémica sobre la gestación subrogada sigue ardiendo con la fuerza de un voraz incendio provocado por el oportunismo, la demagogia ... y esa innata capacidad de las élites para envilecer cualquier debate, en Salamanca cientos de mujeres tienen que seguir acudiendo cada año a Valladolid para someterse a tratamientos de fecundidad.
La controversia sobre las madres de alquiler nos cae lejos y afecta a muy pocos salmantinos. No hay apenas noticia de casos en la provincia, entre otros motivos porque estamos ante un recurso para ricos y porque no se dan más de unos cientos cada año en toda España. Pero a todos nos ha puesto en la tesitura de tener que pronunciarnos sobre el dilema moral, jurídico y sentimental que supone la gestación subrogada, porque cuando el Gobierno de la nación decide lanzar un debate para tapar sus vergüenzas (excarcelación de violadores por la Ley del solo sí es sí o las andanzas de Tito Berni y sus colegas socialistas), los españoles somos tan tontos que caemos en la trampa.
A mí el asunto no me quita el sueño. Estoy en contra de prohibir por prohibir, que es lo que le encanta a la indocumentada Irene Montero y a sus colegas podemitas de la chupipandi del Ministerio de Igual Da, empeñadas en someternos a sus bolcheviques experimentos de ingeniería social. Pero no voy a dedicarle más tiempo y espacio al asunto: que tanto la Obregón como sus fieles adeptos y acérrimos odiadores sigan con el espectáculo.
Me importan mucho más las dificultades para la reproducción asistida en Salamanca. Porque el Hospital dispone del personal, los medios y la capacidad técnica para albergar una unidad de fecundación in vitro, pero la Junta de Alfonso Fernández Mañueco mantiene los dos servicios de referencia en Valladolid y no quiere saber nada de conceder ‘licencia’ al servicio de Ginecología de Salamanca. Los ginecólogos del complejo hospitalario llevan muchos años solicitando la venia de los responsables de la Consejería de Sanidad, pero solo han recibido una rotunda negativa o un despreciativo silencio como respuesta.
El último corte de mangas a las legítimas aspiraciones del Hospital lo hicieron hace unos días los procuradores regionales del PP y de Vox en las Cortes de Castilla y León al rechazar una propuesta conjunta de la oposición que pedía crear una Unidad de Reproducción Asistida en Salamanca. Los verdes se acogieron a los argumentos más peregrinos para rechazar la gestación in vitro (en coherencia debieron pedir el cierre de los servicios en Valladolid), mientras que los populares se agarraron a la conveniencia de “centralizar técnicas en las unidades de referencia” y de “potenciar las unidades de los hospitales de Valladolid”.
No sabemos si el presidente de la Junta, el salmantino Mañueco, estará de acuerdo con estos argumentos y con mantener la ‘condena’ de los continuos viajes a Valladolid para cientos de mujeres salmantinas, pero lo que sí sabemos es que ni ha dicho nada en contra ni ha dado órdenes de acabar con esa situación.
Esto de concentrar especialidades es un criterio que en Castilla y León se aplica a gusto del consumidor, o más bien del gestor de turno. Porque con la enseñanza del español, ámbito en el que Salamanca es líder indiscutible dentro de la Comunidad, ocurre justo lo contrario. Aquí hay que repartir y cuando no es Valladolid la beneficiada, la Junta se lleva a Burgos eventos internacionales como la reunión de la comisión de las Academias de la Lengua Española que tendrá lugar en mayo. Otro frente en el que tener a un salmantino como presidente regional no parece servir de mucho.
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