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DESDE LA TRIBUNA

El tonto humillado

Lo único bueno del esperpento vivido ayer en el Congreso fue ver la cara de funeral de tercera de Pedro Sánchez

Miércoles, 31 de enero 2024, 06:00

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No creo que estar en La Moncloa compense una humillación tan grande como la que está sufriendo el tonto de Pedro Sánchez, que parece el cateto «Monchito» en manos de José Luis Moreno, en su caso en manos del delincuente Puigdemont.

Lo llamo tonto no como un insulto, sino como la mejor definición según el diccionario de la Real Academia de la Lengua que él mismo se ha procurado: «Dicho de una persona falta o escasa de entendimiento o de razón».

Ayer, en el Congreso de los Diputados, se confirmó lo que ya sabíamos casi todos: el que manda y desgobierna este país es lamentablemente el golpista prófugo y gracias a que se encuentra en Bruselas no está ya «okupando» el Palacio de La Moncloa, mientras Pedro Sánchez mendiga sus votos en cualquier esquina de las calles de España. Me da poca pena de Sánchez, la verdad, porque él mendiga los votos de los delincuentes y a los demás nos va a tocar mendigar para poder comer.

Puigdemont se sintió amenazado por si el proyecto de Ley de Amnistía, votada a favor por su partido en la Comisión de Justicia tan solo hace una semana, tuviera alguna fuga que permitiese a la Justicia actuar contra él por alta traición por los supuestos vínculos con Rusia durante el intento de golpe de estado.

Por cierto, hace poco más de un año «Pedrito, Pedro, Pedrote» le recriminó a la «portavoza» de Carlos Puigdemont haber coqueteado con Putin y haber jugado con fuego. Ahora ya hasta ve bien esas amistades peligrosas de los golpistas catalanes.

El fugitivo está mosqueado con los jueces -gracias a ellos todavía vivimos en un Estado democrático- y como no se fía de que le busquen las vueltas le ha mandado a los suyos enmendar de nuevo el texto pactado e incluir todos los delitos de terrorismo por si acaso. Es decir, atar todo bien atado para que los que velan por nuestro Estado de Derecho no encuentren una pequeña fisura que les permita cumplir las leyes democráticas y mandar al huido de la Justicia a disfrutar de alguna de las prisiones españolas, que es donde debería estar ya.

El presidente de paja pensaba que los de Junts iban de farol cuando ayer por la mañana le amenazaron con tumbar la ley que, según la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, garantiza la convivencia en Cataluña y en el resto de España -¡hay que ser desvergonzada-. Pero los golpistas han demostrado que, aunque sean delincuentes, tienen más palabra y más coherencia que Pedro Sánchez.

El presidente vivió con gesto compungido cómo le devolvían el proyecto de Ley a corrales -hablando en términos taurinos- y ahora comenzará un proceso de negociación o más bien de mayor humillación en el que no cabe ninguna duda de que se incluirán todo tipo de delitos de terrorismo, incluso los de Eta si los «bilduetarras se empeñan en «beatificar» a los presos y a los fugados que todavía no han cumplido condena por matar, secuestrar o atentar contra inocentes.

Lo único bueno del esperpento vivido ayer en el Congreso de los Diputados fue ver la cara de funeral de tercera de Pedro Sánchez, vejado una vez más por el delincuente Puigdemont.

El bobalicón presidencial se retiró a sus aposentos la mayor parte del debate parlamentario para sufrir en silencio los desplantes de los de Puigdemont. Estuvo asistido en todo momento por el negociador Cerdán y los ministros Montero y Bolaños, que en un momento dado pueden hacerle el «boca a boca» para no dejarlo morir. ¡Nadie le va a decir a Sánchez que pare ya, que lo están vejando!

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