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Los hechos no desaparecen cuando dejan de ser nombrados. La realidad no se disipa cuando se queda sin vocablo. Sin embargo, sabemos que ese vacío ... lingüístico resulta tentador. A veces su motivación es torticera (como cuando el discurso político elude el nombre auténtico de las cosas, tratando así de engañarnos) y en ocasiones su propósito es sobradamente humano y comprensible (como en el caso que a continuación comento).

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