La jauría contra Gallardo
El vicepresidente de la Junta de Castilla y León levanta pasiones allá por donde pisa. No se sabe cuántos de quienes le votaron en febrero ... pasado siguen amándole con ternura, pero de momento son mayoría los que le odian apasionadamente. Entre los ‘haters’ se encuentran sus compañeros de coalición del PP, a quienes está complicando la vida desde que entró en el Gobierno regional como elefante en cacharrería.
Los destrozos vicepresidenciales, sobre todo verbales, se producen casi a diario. La imagen de Castilla y León sufre el deterioro por el largo alcance de sus exabruptos y los ecos de sus polémicas declaraciones comienzan a resonar con fuerza en Madrid, donde menos le conviene a Alfonso Fernández Mañueco.
La última llamarada la ha provocado Juan García-Gallardo el pasado martes cuando calificó el reciente asesinato de una mujer por su marido en Palencia como “tragedia familiar” y cuando añadió que la violencia “no tiene género”. Nada que no sea coherente con la conocida posición de Vox respecto a la violencia machista, pero parece que en cuanto el “vice” abre la boca, salta toda una jauría de miembros y simpatizantes del Gobierno socialcomunista dispuestos a lincharlo en la plaza pública.
El líder de la oposición socialista en la Comunidad, Luis Tudanca, se limitó a promover un pronunciamiento en las Cortes contra la violencia machista. Parece que se quedó un poco corto, porque ayer mismo salían a la palestra la ministra de Igual Da, Irene Montero, y el portavoz del PSOE en el Congreso, Pachi López, para pedir la dimisión inmediata e irrevocable del líder regional de los verdes. El propio Gallardo agradecía los “piropos” de ambos y decía sentirse “honrado” con tanto interés por su persona en las altas esferas de la capital del reino. Eso, que hablen de uno aunque sea para mal.
Los dos acusadores no son, ni la comunista ni el socialista, el mejor ejemplo de contención verbal y/o coherencia intelectual. La ministra que llegó al Gobierno de España gracias a la intercesión de Pablo Iglesias, su compañero sentimental y de fatigas podemitas y con esa relación como único mérito, lanzó hace solo unos días un disparate de proporciones siderales al afirmar que los niños pueden tener sexo “con quien les dé la gana, eso sí, siempre que sea consentido”. No se trata de una opinión o un calificativo polémicos e inadecuados, como el caso de Gallardo y la violencia familiar o como quiera llamarla, sino de una declaración directamente delictiva. Es una incitación a delitos que siempre han conllevado pena de cárcel en nuestro país, y así será al menos mientras la podemía no llegue al poder. Pero Montero es una dirigente de la extrema izquierda divina, y todo se le permite.
Lo mismo ocurre con el antes socialista y ahora sanchista Pachi López, que cambió de bando en su tierra y de luchar contra ETA y su entorno ha pasado a pactar y abrazar a sus herederos. Las víctimas del terrorismo le consideran un gran traidor, pero aun así se permite dar lecciones de ética por los salones de la capital del reino. El mismo Pachi López que ha firmado a favor del indulto a Griñán porque lo suyo “no es corrupción, y decir que es malversación es estirar mucho el chicle”. Eso sí que es tener una moral de goma, elástica y flexible. Dura como el pedernal con los deslices del PP o Vox y suavecita como la seda con el PSOE.
En todo caso, los alborotos que monta Gallardo le vienen tan mal al PP de Castilla y León como tan bien le vienen al Gobierno sanchista. Con tanto ruido y tanto humo quizás consigan que pasen desapercibidas sus rencillas internas, la rebelión de los barones socialistas que bajan impuestos para salvar sus poltronas en las elecciones de mayo, las continuas concesiones a los nacionalistas o su absoluta incapacidad para afrontar la crisis de inflación y el empobrecimiento generalizado en medio de una auténtica orgía de gasto público. Gallardo es su mejor coartada.
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