La historia, para los historiadores
Me confieso un apasionado de la historia y también del trabajo de los historiadores. Cuando oigo y escucho, las dos cosas a la vez, decir ... a alguien refiriéndose a él mismo que va a pasar a la historia, malo, y si además agrega el por qué, peor.
Y es lo que ha hecho Pedro Sánchez anunciando que pasará a la historia por desenterrar o exhumar, como se prefiera, a Franco. Hace falta ser osado para dar por hecho que pasará a la historia, pero tampoco debe extrañarnos dado el perfil y lo que ya ha perpetrado el actual inquilino de la Moncloa. Pero, se ponga como se ponga, será la historia la que sitúe a Pedro Sánchez en su sitio y los historiadores de verdad los encargados de dirimir este asunto. No obstante, me atrevo a aventurar que si el máximo responsable del PSOE y del Gobierno termina pasando a la historia puede que sea por otros motivos.
Y ya que estoy con esa disciplina, la historia, y de que para muchos se avecinan días de asueto, por aquello de la próxima semana, que no es de puente, sino de acueducto, a la que luego seguirán las Navidades como tal, puede ser un buen momento para refugiarse en esos pequeños placeres que el trabajo nos hurta. Ahí va un ejemplo: sentado en el sillón preferido, con una mantita sobre las piernas, al lado de la chimenea con la lumbre encendida, una taza de café o de té y una copa de “bajativo” (como dicen en Chile) para alargar la sobremesa, mientras la leña crepita al quemarse; en las manos, un libro (a ser posible físico, de los que hay que pasar las hojas) de historia elegido en función de las preferencias de cada uno y vinculado a hechos ocurridos en nuestra tierra, más cercanos o más lejanos, allá cada cual. Mientras tanto, en el exterior cae la tarde, las sombras comienzan a vencer a la luz y se acentúa el frío, mientras se oye de fondo el viento que hace caer las hojas que todavía quedan en los árboles... Es un momento perfecto, solamente interrumpido por la necesidad de atizar la lumbre y colocar otro tronco para que el fuego y el calor no decaigan. Por muy interesante que sea el libro, me imagino que llegará alguna cabezada.
¿Alguna pista sobre libros? Pues voy a tirar por un historiado (también político) muy vinculado a la vecina provincia de Ávila y que está más olvidado de lo que debiera. Me refiero a Claudio Sánchez Albornoz. Cualquiera de sus obras nos ayudará a entender mejor la historia de España, tanto la más lejana (Edad Media) como la más cercana de la Segunda República, tan idealizada por algunos. Fue presidente en el exilio de esta última y sus restos reposan en el Claustro de la Catedral de Ávila. Su tumba está junto a la de Adolfo Suárez, presidente del Gobierno en la Transición. Ellos dos sí que están ya en la historia.
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