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La condena mutante

Miércoles, 30 de noviembre 2022, 04:00

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No hay mayor lodazal en el que se pueda meter un periodista de trinchera, de esos que de todo saben y de nada entienden, que las resoluciones judiciales. Textos plagados de esdrújulas enrevesadas, de tecnicismos endiablados y de giros léxicos que parecen diseñados para provocar luxaciones neuronales. Una particular ciénaga en la que dar un paso en falso puede ser fatal.

Así que habrá que calzarse las botas de Pepa Pig para saltar en el charco de barro que supone analizar los vaivenes judiciales del ‘caso Arandina’. Ya saben: tres futbolistas a los que una madre denuncia por abusar sexualmente de su hija de 16 años. Lejos de repartir culpabilidades, papel para el que no tengo ni legitimación ni suficiente información, lo que sí es interpretable, y por lo tanto puede ser objeto de comentario, es el vaivén de sentencias y de penas que han dictado los tribunales.

El caso Arandina heredó la atención mediática que nació con ‘la manada de Navarra’. La localidad burgalesa se convirtió en un plató televisivo en el que cualquier testimonio era bien recibido. Exclusivas, especulaciones y versiones interesadas de los hechos se mezclaban mientras seguía el camino paralelo en los tribunales. La primera sentencia de la Audiencia Provincial abrió los informativos: 38 años de prisión para cada uno de los tres acusados. 116 años.

Siguiente capítulo. Marzo de 2020, en plena tercera ola del coronavirus, el Tribunal Superior de Justicia comunica que reduce la pena a 3 y 4 años de cárcel para dos de los acusados y exculpa al otro. De 116 años a siete.

Esa línea temporal nos lleva al presente, al fallo del Supremo que ha ampliado a nueve años la pena para los dos condenados. Asumiendo que las leyes son interpretables, es difícil de masticar esa montaña rusa de penas y sentencias. Si los hechos juzgados son los mismos y las pruebas no han cambiado ¿cómo es posible que el criterio de los jueces vire con esa contundencia? Una pregunta que nace del desconocimiento, no del reproche. No osaría poner en cuestión la decisión de los magistrados, pero lo cierto es que cada peldaño que subimos en el escalafón judicial la condena va mutando. Y todavía nos queda el Constitucional. Es entendible que la justicia se nos atasque con todo tipo de recursos.

Y eso sin entrar a valorar que la aplicación de la famosa ley Montero del ‘solo sí es sí’ ha rebajado la pena de diez a nueve años. Aunque esa mutación da para otra columna.

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