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Si Feijóo tenía pocos problemas en un PP descosido por la anterior dirección de Génova, le llegan ahora las zancadillas de lo que fue un inexpugnable bastión popular. Castilla y León se ha convertido hoy en un vodevil, aderezado con enredos, líos amorosos, puñaladas traperas e intrigas cortesanas.

¡Quién pillara aquellos tiempos en los que los populares de esta tierra exhibían con orgullo esa fortaleza que da la unidad o la unanimidad! Es lo que debe estar pensando la actual dirección de Génova, que procede de un territorio complejo, pero donde el PP ha estado ganando por mayorías absolutas cuando en el resto de España hacía aguas.

Ya lo dijo un sabio político: “El peor de los enemigos en política está en tu propio partido, nunca en los adversarios porque al adversario lo ves venir, tiene desenfundada la espada y encima de la mesa, pero los de tu propio partido te clavan la espada por la espalda sin que te des cuenta”. Es lo que está ocurriendo en muchas provincias de la Comunidad, en las que el PP se verá relegado a la oposición, donde antaño gobernaba, por el fuego amigo y las decisiones desacertadas que han creado problemas donde no los había.

Muchos nostálgicos de la causa popular recuerdan cuando el partido en Castilla y León era un ejemplo para toda España. Cuando la fortaleza del apoyo en las urnas lo convertía en un referente nacional, como puede ser hoy el PP de Ayuso o el PP de Moreno Bonilla, ese líder que hace poco más dos años nadie respetaba y que hoy se lo rifan para dar mítines por España.

Castilla y León es hoy la casa de los líos para la organización que preside Feijóo. Hace cuatro años el PP de Ávila, ejemplo de unidad históricamente, se escindió por una mala decisión de Madrid. Hoy la telenovela, entre otros puntos de la geografía, la protagoniza León, centro de todos los ingredientes para que algo salga mal y eso que las encuestas publicadas le daban la posibilidad de llegar a la Alcaldía, aunque fuera con pactos con los leonesistas.

La candidata Margarita Torres o Torre les ha salido rebelde al PP y se ha negado a aceptar las decisiones de la dirección que presidente la oficialista y “bienmandada” delegada de la Junta, Ester Muñoz. Tras varios intentos por imponer su criterio y después de otros tantos de desautorizarla la dirección del partido en León, todavía no sé cómo Torres o Torre sigue empeñada en liderar una candidatura que ya nace viciada, con escasas posibilidades de éxito en las urnas y con un enfrentamiento abierto con la cúpula.

Pero como en el folletín no hay dos sin tres, el lunes, horas después de que los que mandan en el PP de León hicieran pública una lista teóricamente “pactada” con la díscola candidata, rechazan la oferta de acompañarla dos pesos pesados del PP de León y el expresidente de la Diputación, al que relegaron al puesto 11. En total, tres bajas en pocas horas y, según los conocedores del folletín, esto no ha hecho más que empezar, porque hasta el próximo día 24, que finaliza el plazo de presentación de candidaturas, hay tiempo para que pase de todo.

Tampoco están mejor en Zamora o en Burgos, donde la exportavoz del PP ha creado otro partido para hacerle la competencia al PP. ¡Cuerpo a tierra que vienen los nuestros!, que diría el exministro Pío Cabanillas.

Los folletines se repiten en todas las capitales de provincia. Más que el daño que le puede hacer el crecimiento de Vox, al PP de Feijóo lo que le preocupan son las zancadillas que se están poniendo los suyos y las consecuencias que pueden tener en las urnas, que nunca han perdonado las deslealtades internas ni las crisis partidistas.

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