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Institución rima con prostitución

Lunes, 28 de noviembre 2022, 04:00

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No puede uno por menos, al hilo de los acontecimientos, preguntarse sobre el nivel de prostitución en nuestro mundo en general y en las distintas instituciones en particular, sean del tipo que sean. No sé si lo más triste, pero si muy preocupante, me parece las tragaderas con las que normalizamos, cada vez de forma más habitual, todo ese tipo de situaciones y vivencias. Entramos en una dinámica de normalización que nos lleva a un Black Friday permanente a la hora de ser críticos con todo aquello que es susceptible de ser criticado. Parece que lo que vende son las rebajas, y hacer rebajas en educación ya vemos a dónde nos ha traído, pero hacer rebajas en las leyes ¿a dónde nos puede llevar? Y así suma y sigue, en un mundo dónde cada mañana el cúmulo de despropósitos se hace cada vez mayor, cual bola de nieve imparable que amenaza con aplastar a la humanidad. Ya sé que en este momento más de una persona me está etiquetando de catastrofista, ojalá sea así y todo sea fruto de mi visión sesgada de la realidad. Ahora bien, si apelamos a la honestidad, algo que también está en horas bajas, seremos conscientes de la prostitución que envuelve nuestro mundo, el más lejano y el más cercano. Otra cosa es que queramos tomar conciencia de ello a riesgo de sentir dolor o salir salpicados. La capa de hipocresía parece brotar de la tierra como el vapor cuando llueve o envolverlo todo como la cencellada en esas mañanas frescas tan de nuestra tierra. Tomar las riendas de la realidad parece harto complicado y máxime con las cabezas pensantes que supuestamente gobiernan el mundo, aunque aparentemente parezcan mirar solo por sus intereses. Tal como están las cosas parece misión imposible ponerle bridas al viento, al igual que desmontar todo este tinglado o andamiaje de un sistema que cada vez genera más beneficios a unos pocos a costa del machaque de muchos. Desgraciadamente ya ni el fútbol se libra de ser prostituido por unos pocos en beneficio de ellos mismos. Hoy en día podemos creer ver un partido de fútbol cuando en realidad puede ser una guerra de intereses ocultos. Pensamos que estamos haciendo cursos de formación o acudiendo a una conferencia y son una mera justificación de gastos, normalmente destinados a intereses particulares en detrimento de las necesidades reales, que a día de hoy no son pocas. Cada vez es más claro el poema del obispo Pedro Casaldáliga: “Por acá en la tierra, vamos malviviendo; grande la codicia y el amor pequeño... La mitad del mundo de hambre se muere; y la otra mitad, del miedo a la muerte... Firmas y escritorios, armas y convenios planean la Historia, manejan los Pueblos ... Pactos y tratados, guerras y más guerras. Sangre por petróleo los imperios truecan”. Es hora de romper la rima y asociar institución con colaboración y superación, con razón y corazón.

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