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Esta semana coincidieron en Madrid dos acontecimientos histórico-literarios: la celebración en la Casa de América de la venta de más de 100.000 ejemplares (22 ediciones) de la magnífica obra de María Elvira Roca “Imperiofobia y leyenda negra” (Siruela) y la presentación del libro “España, una historia global”, cuyo autor es el diplomático Francisco Martínez Montes.

“Hemos cultivado la sombra y la oscuridad durante demasiado tiempo y de forma enfermiza, y no estaría mal empezar a cultivar la luz en nuestro mundo hispano”, dijo Roca. Y se preguntó: “¿A qué se debe ese sentimiento histórico derrotista, ese olvido de las virtudes y logros del Imperio constituido por Carlos V y consolidado por su hijo Felipe II? Lo extraordinario es que un territorio con un océano en medio se mantuviera unido durante 300 años. No nos preguntamos quién fue el genio que dio estabilidad política a un territorio que abarcaba culturas y religiones tan distintas y hacerlas convivir razonablemente. Hay que preguntarse cómo fue posible, no por qué cayó”.

María Elvira Roca concluyó su intervención con una atinada recomendación: “Necesitamos reconciliarnos con la historia, acabar con el perpetuo ajuste de cuentas que se da en el mundo hispánico a un lado y a otro del Atlántico. Hay que hacer justo lo contrario de lo que hace López Obrador”. El texto de Martínez Montes, escrito en inglés, tuvo como impulsora la serie británica “Civilización” y el libro del mismo título de Kenneth Clark, obra en la cual el autor ignora completamente la presencia de España en la historia de Occidente. Una postura muy británica esa de ignorar o denigrar a quienes siempre tomaron por enemigos, los españoles, que según ellos no hicieron sino destrozos en América.

“Me he atrevido, con medios modestos y un dominio mucho más limitado de la bella lengua inglesa, a intentar corregir ese error”, apuntó Martínez Montes. El libro está editado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y fue presentado por el ministro Borrell. Lo cual querrá decir –eso espero- que será usado como elemento divulgador oficial de nuestra historia en el servicio exterior.

Tengo para mí que la metedura de pata del actual Presidente de México reclamando de forma extemporánea arrepentimientos y perdones va a ser el inicio de la recuperación de la racionalidad histórica, cuya ausencia es la madre de tanta manipulación en favor de un indigenismo trasnochado y de esa hispanofobia tan anglosajona.

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