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En Castilla y León cada vez hay más lobos y cada año matan más ovejas, según los informes de la Junta que publicábamos ayer en LA GACETA. La familia lobuna crece por estos lares, pero eso nunca ha sido obstáculo para que la ministra ultra ecologista Teresa Ribera haya impuesto un régimen de protección radical al Norte y al Sur del Duero.
César Lumbreras lo confirmaba ayer en el Foro Gaceta de la Agricultura: la ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico ha tomado todas las decisiones en torno al lobo sin tener datos sobre número de ejemplares o manadas. No hizo sus deberes y se limitó a prohibir, algo que le encanta a los gobernantes de ultraizquierda.
A Ribera tampoco se le conoce acción alguna contra la despoblación, más bien al contrario: proteger al lobo en contra de los intereses de los ganaderos suele provocar que haya más lobos y menos ganaderos en las zonas más despobladas de España, entre ellas Salamanca.
Si con el reto demográfico se trataba de aumentar el número de carnívoros y no el de personas, la ministra del ramo puede darse por satisfecha. En Castilla y León ya tenemos entre novecientos y mil setecientos lobos, según épocas. El recuento lo ha hecho la Consejería de Medio Ambiente, porque la ministra no ha tenido tiempo: entre no hacer nada y preparar las oposiciones a vicepresidenta de la Comisión Europea, es que no le da la vida. No pudo ocuparse de la crecida de los ríos y barrancos que provocaron la tragedia, ni ha podido ir a Valencia, ni le ha dado tiempo a asumir ninguna responsabilidad, porque estaba estudiando. Pedro Sánchez se la ha colado a Ursula von der Leyen como responsable de Competencia y resulta que Ribera de competencia no tiene ni idea (algo muy habitual en los nombramientos de máximo nivel durante estos terribles seis años de sanchismo).
Al final el Partido Popular Europeo ha tenido que tragar con Ribera, por mor de esas componendas tan habituales en Bruselas, a cambio de los votos socialistas al italiano Rafaele Fitto, así como al húngaro Olivér Várhelyi. De esta forma, por un breve momento, Meloni y Orban han dejado de pertenecer a la fachosfera y se han convertido en personas respetables con las que Sánchez puede pactar. Todo vale con tal de colocar a su ministra ultraverde y alejarla así de las iras de los políticos y los periodistas españoles que la acusan de dejación, desaparición y culpabilidad en los desastres de Valencia.
Por nuestra parte, tanta paz lleve a Bruselas como descanso deja en España. Ribera ha sido nefasta para el campo y la ganadería y su marcha abre una posibilidad cierta de mejorar, aunque ayer Lumbreras vaticinaba un nombramiento de continuidad en la línea ultraecológica por parte de Sánchez. Ya saben, aquello de «otro vendrá que bueno me hará».
En fin, que el horizonte no acaba de despejarse para los agricultores y ganaderos. En los últimos días se han librado del temible acuerdo de la Unión Europea con Mercosur, que amenaza con inundarnos de carne de vaca sudamericana barata, pero las negociaciones continúan. Y nadie se sorprenderá de que el Gobierno español, con Sánchez, Ribera y compañía al frente, sea el más entusiasta defensor de ese acuerdo mercantil por el que llegarán a Europa cien mil toneladas de canales argentinas y brasileñas, a cambio de que los alemanes les vendan más mercedes y bemeuves. De repente, al Ejecutivo sanchista también se le ha pasado la repulsa a la carne, después de gastar tanto dinero en campañas contra el ganado español. Para esta tropa, un filete solo es sano y ecológico si viene de la Pampa. Aquí nos dedicaremos a criar lobos.
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