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DE CALLE

Culpables del desastre

Un mes después de la DANA hay mucho culpable pero muy poca asunción de responsabilidades:por parte de Sánchez, ninguna

Julián Ballestero

Salamanca

Domingo, 1 de diciembre 2024, 06:00

Se ha cumplido un mes de las inundaciones en Valencia, tiempo suficiente para analizar errores y responsabilidades, que son muchos y muy graves.

El desastre ocurrido durante la DANA del 28 de octubre tiene sus raíces en las decisiones, mejor dicho, en la ausencia de decisiones desde hacer dos décadas. El primer culpable en la larga lista de retratados por la tragedia es Zapatero, el arsénico de todas las salsas en los últimos tiempos. El entonces presidente decidió en 2005 mandar a la papelera el Plan Hidrológico de José María Aznar, donde, entre otros muchos beneficios para España, se incluía la construcción de la presa de Cheste que protegía de inundaciones a Paiporta, Aldaia y Massana. El Gobierno de Rajoy no hizo nada ni para bien ni para mal (ese fue su sino durante siete años) y ya con Sánchez, su ministra favorita, Teresa Ribera, decidió no limpiar el barranco del Poyo, epicentro de la catástrofe, porque no le parecía rentable (dijo que no tenía dinero con un presupuesto de gastos en niveles de récord) y además limpiar era «agresivo con el medio ambiente». El ecologismo radical mata, sobre todo cuando prioriza las ranas o los arbustos sobre las vidas humanas. Y Ribera es culpable por lo que no hizo antes y por lo que hizo durante las inundaciones: no tomar ninguna decisión, no aparecer, no dar la cara y dedicarse a estudiar para vicepresidenta de la Comisión Europea. La misma Ribera que promueve la destrucción de presas y se niega a recrecer el pantano de Santa Teresa, para desgracia de los agricultores salmantinos.

El sistema de alertas y la comunicación entre la Aemet, la Confederación Hidrográfica del Júcar, la Generalidad valenciana y el Gobierno central no funcionaron. Ya no importa quién lo hizo peor. Lo que sí debería preocupar es cómo arreglarlo. Y por ahora nadie se ha puesto manos a la obra, entre otros motivos porque el Gobierno sanchista no reconoce ningún error por su parte, y así la próxima avenida mortal nos pillará con el mismo descontrol.

Falló el presidente valenciano y sus consejeras. Carlos Mazón cavó su tumba al permanecer cuatro horas incomunicado en una comida que nunca debió celebrar. Pero su gran fallo, imperdonable, fue no pedir de inmediato al Gobierno la declaración de emergencia nacional. No tenía ni los medios ni la capacidad de organización para hacer frente al desastre. Ahora parece que está acertando con el plan para la recuperación de las zonas devastadas, pero eso no le redime de sus errores. Al menos ha depurado responsabilidades en su equipo y ha destituido a las dirigentes que peor lo hicieron en las primeras horas de las inundaciones. Esa valentía contrasta con el cierre de filas y la negación de cualquier responsabilidad por parte de Sánchez.

Porque Sánchez es uno de los grandes culpables de la catástrofe. Debió declarar la emergencia nacional desde el primer momento. Debió mandar de inmediato a la UME, al Ejército y a las fuerzas de Seguridad del Estado. No lo hizo por cálculo partidista, para perjudicar a Mazón y por tanto al PP de Alberto Núñez Feijóo. Su famosa frase de «si quieren más recursos, que los pidan» y su huida de Paiporta son de lo más mezquino y cobarde que puede hacer un presidente del Gobierno.

Sánchez no ha reconocido ningún error, ha premiado con un puesto de relumbrón en Europa a una culpable directa del desastre, aunque para ello haya tenido que aliarse con la ultraderecha de Italia o Hungría, y ha prometido mucha ayuda pero hasta el momento no ha hecho llegar ni un solo euro a los afectados.

Ese es el balance. Mucho culpable y pocas dimisiones.

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