La caza de tránsfugas

Por ahora y aunque en la caza del voto de esos cuatro desertores soñados del PSOE están haciendo un extraordinario y eficientísimo trabajo esas viejas glorias del partido que son Felipe González y Alfonso Guerra, las cuatro miserables piezas que podrían salvar al PP de la su aguda depresión, no acaban de asomar la cocorota por ningún lado y las huestes de Feijóo disparan un poco a lo loco al bulto, pero ojo, no se confíe demasiado el PSOE, que en el mundo de la política la traición es bien sabido que no constituye precisamente un hecho tan extraordinariamente aislado sino más bien consuetudinario y habitual.

Tanto es así, que Alberto Nuñez Feijóo, ya cogió la semana pasada el teléfono y marcó el número de Emiliano García-Paje para tontear y tantear un poco el terreno al escuchar como el presidente de Castilla-La Mancha se enciende cuando escucha algunas palabritas tabús como la de Amnistía. Pero el caso es que Emiliano de momento se resiste argumentando comprensiblemente que una cosa es tener cierta disparidad de criterios con la dirección del partido y otra muy distinta ser un chaquetero dispuesto a venderse por un plato de lentejas que básicamente es lo que precisa el Partido Popular para coronarse con éxito.

Con todo lo peor de esta partida de caza emprendida por el PP en busca de tránsfugas del PSOE es que no les basta con que caiga una sola pieza que bien podría cobrarse aferrándose al despiste de uno de esos errores informáticos a que nos tienen acostumbrados nuestras torpes y eminentes señorías, sino que necesitan cobrarse cuatro piezas de un golpe.

Eso sin tener en cuenta, claro, la cuestión del karma. Y que también en el PP son bastante expertos en dispararse al propio pie, como sucedió con la votación de la reforma laboral.