Mucho más que cañas
Más allá de la caña y del partido del Madrid, un bar es el brasero social que mantiene unido a un pueblo
Decía Gabinete Caligari aquello de que «al calor del amor en un bar» uno encuentra refugio y compañía. Y qué verdad tan simple, y a ... la vez tan necesaria, sobre todo si se vive en un pueblo pequeño y ese bar es el único punto de encuentro que queda.
Más allá de la caña y del partido del Madrid, el bar es el brasero social que mantiene unido a la comunidad. Es una forma de compartir momentos y también de combatir la soledad no deseada, la que sufren muchos mayores que viven en entornos rurales. Y es que cuando la despoblación aprieta y los servicios menguan, la vida social en muchos pueblos a veces se reduce a un saludo rápido desde el coche cuando te cruzas con el vecino.
Ante este panorama tan desolador hace falta sentarse y escuchar a quienes viven en el territorio porque ellos hablan alto y claro. «El bar es un punto de encuentro esencial y el lugar donde los vecinos podemos reunirnos», asegura la regidora de Villagonzalo de Tormes. «Da ambiente y ayuda a que socialicemos», añade la primera edil de Cerralbo. Aunque todas estas frases podrían resumirse en el pensamiento del alcalde de Aldeaseca de la Armuña: «Los pueblos sin bar se mueren». Y punto.
No siempre la política vive pegada a las necesidades del ciudadano, pero otras veces da en el clavo. Y es lo que ha ocurrido con el llamado Plan de Bares de la Diputación de Salamanca. Las ayudas, generosas (hasta 35.000 euros) y bien enfocadas, abren la puerta a que pequeños municipios de la provincia puedan recuperar su bar o bien mejorar el espacio que ya tienen, sin tener que afrontar inversiones que descalabren su presupuesto.
Los requisitos son sencillos: los locales tienen que ser municipales (no hay que olvidar que el dinero es público) y no puede haber establecimientos privados de hostelería en el pueblo. A cambio, la Diputación de Salamanca exige un compromiso de apertura del bar de al menos tres años, dos días a la semana. Esto no se trata de coger el dinero y cerrar cuando llegue el primer invierno.
La iniciativa provincial llega en un momento de necesidad. Y la mejor prueba fueron los 89 pueblos que solicitaron los fondos en su primera convocatoria, dejando claro que la lucha contra la despoblación también se puede librar desde lo cotidiano.
Casillas de Flores, Parada de Rubiales, Arapiles, Herguijuela del Campo, Canillas de Abajo, Navamorales, Fuenteliante, Aldea del Obispo, Aldearrodrigo, El Arco, Alameda de Gardón, Encinas de Abajo... y así hasta una treintena de municipios vuelven a tener un espacio de encuentro (o lo harán próximamente) donde echar la partida, hablar de lo caro que está el pienso o simplemente pasar el rato en buena compañía.
También la Junta de Castilla y León supo ver la importancia de los bares «por su valor para la vida social y el bienestar de sus vecinos», y puso en marcha otra línea de ayudas para pueblos pequeños. «Es importante que sean lugares donde se respire vida, que sean espacios acogedores, humanos y sociales, capaces de ofrecer una verdadera conexión durante todo el año, y no solo durante las vacaciones», insisten desde la Administración regional.
Es un acierto político comprender que un bar rural no es un capricho, sino un servicio «básico» para los vecinos. Porque un «¿qué tal va todo?» o un «¿cómo estás?» ayuda a hacer pueblo y a sentirse parte de una comunidad.
Porque sí, quizá sea que «al calor del amor en un bar» las cosas se ven de otra manera.
¿Ya estás registrado/a? Inicia sesión