Tres egos, tres

Salvo sorpresa, y de las gordas, hoy se constatará que Feijóo no tiene los apoyos suficientes para ser presidente del Gobierno y comenzará el proceso para investir a Sánchez y su gran «ego». La lógica indica que el líder socialista volverá a lograr este objetivo, por varios motivos: el primero, porque está dispuesto a tragar con carros y carretas para seguir en La Moncloa y, en segundo lugar, porque muchos de los grupos que van a dar su apoyo al líder socialista siempre estarán menos mal con Sánchez que provocando nuevas elecciones, con lo que ello supone. Dicho lo anterior, tampoco hay que descartar algún «sorpresón». Pongo varios ejemplos en forma de preguntas. ¿Alguien puede descartar que Sánchez termine hartándose con las idas y venidas de Puigdemont o de los de Podemos y decida que volvamos a las urnas en enero? No parece lo más probable, pero tampoco es imposible. Que Pedro Sánchez es capaz de todo, lo ha vuelto a demostrar eligiendo a Óscar Puente para dar la réplica a Feijóo. Otra pregunta: ¿alguien puede garantizar que Puigdemont, otro con el «ego» subido, vaya a dar su brazo a torcer, si no logra lo que quiere? Lo más probable es que finalmente llegue a un acuerdo con los socialistas, si es que no lo tiene ya, pero tampoco hay que descartar que, dado el carácter del expresidente catalán, sople la tramontana y se despache con un no. No hay que olvidar que aún los hay más «ultras» que él y su grupo, y podría acabar con una acusación de traidor. Hablamos mucho de los junteros catalanes y poco de los de Podemos pastoreados por Pablo Iglesias, que son un caso diferente dentro de Sumar. Están dentro, de momento, pero también pueden irse fuera. ¿Aguantará el «ego» de Iglesias que su mujer, Irene Montero, no forme parte del próximo Gobierno? ¿Toleraría que no hubiese miembros «pata negra», es decir, de los suyos de Podemos, en el futuro ejecutivo presidido por Sánchez? Y, en este contexto, hay que recordar que los diputados podemitas son necesarios para que salga la suma total de apoyos. Insisto, lo más probable es que termine tragando, pero tampoco es imposible que eche los pies por alto.

Estamos ante tres «egos» muy crecidos, los de Pedro Sánchez, Puigdemont y Pablo Iglesias, que maneja los hilos de Podemos desde la trastienda. Insisto en que lo más probable es que todos ellos traguen mucho más de lo que quisieran, pero no es imposible que tengan su momento de «ego subido» y digan aquí estoy yo. Y, hablando de «egos» no se puede olvidar a una cuarta persona, que, después de su entrevista con Puigdemont en Waterloo, está de lo más callada y en un segundo plano. Si es verdad lo que cuentan la mayoría de los cronistas parlamentarios de que Díaz se enteró un minuto antes de lo de Oscar Puente, ¿cómo se lo habrá tomado? No creo que muy bien y supongo que esperará a pasar factura, aunque en este caso no será de forma inminente. Estamos, por lo tanto, en una gran batalla de «egos», tres.