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Hay dos símbolos que cobran especial importancia en estas fechas previas a la Navidad. El primero de ellos es el jamón. En una gran parte del imaginario colectivo del español medio, el jamón sigue siendo «el no va más». Si uno no recibe un pernil antes de la Nochebuena, aunque sea de los menos buenos, se considera un fracaso. Además, el jamón tiene que llegar entero, nada de en sobres, loncheado y envasado al vacío. Aunque sea más cómodo, eso no es un jamón o como diría un argentino «che, así no da gusto». Es fundamental salir del trabajo, darse una vuelta para exhibirlo y entrar en casa con el jamón dentro de su funda y cogido de la mano como si fuese una guitarra. ¡Eso sí que da gusto! Igualmente, en la imaginación colectiva también destaca como un símbolo el sobre con dinero, vamos, lo que se ha conocido toda la vida como aguinaldo. A falta de jamón, bienvenido sea el sobre, no con un cheque o una tarjeta para canjear en una tienda o en los grandes almacenes, sino con billetes físicos, cuanto más gordo mejor.
Y ahí llegamos al salto cualitativo que se ha dado en los casos de presunta corrupción que están encima de la mesa en estos momentos, con la entrada en escena de los sobres con dinero, que se han repartido, encima, en bares y lugares públicos. Que se han distribuido comisiones mediante transferencias bancarias, por poner, un ejemplo; pues bueno, pero eso no acaba de calar en la opinión pública de a pie, por mucho dinero que sea. Incluso si se da un fajo de billetes en efectivo, tampoco es la imagen esperada. La mordida tiene que venir en un sobre y rodeada de cierto misterio sobre la cantidad de «papel» que contiene. Eso sí que llega al español medio. Y ya está ahí. Mucho me temo que el anuncio del reparto de esos aguinaldos en sobres es un punto de no retorno en todo lo que estamos viviendo. Nos encontramos ante un hecho, salto cualitativo incluido, al que no se ha dado toda la importancia que tiene.
Eso sí que lo entiende todo el mundo. Lo de que no se presenten en tiempo y forma los Presupuestos Generales del Estado queda muy lejos. Lo de que el marido de Begoña esté ocupando todas las Instituciones, una detrás de otra, desde la Abogacía del Estado hasta la radiotelevisión pública, por poner tan solo dos ejemplos, tampoco acabada de llegar a pie de calle. Lo de que Begoña Gómez, la mujer de Sánchez, y su hermano estén en boca de todos a cuenta de sus andanzas, es más visible, pero tampoco es un símbolo. Lo verdaderamente grave es que algunos se hayan repartido dinero en sobres, y no precisamente por Correos. Esa va a ser la perdición de Pedro Sánchez. Solo tienen una posible vía para salvarse: regalar estas Navidades a cada español un jamón, a ser posible con un sobre. Quizás así reciban la amnistía
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