Secciones
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
La entrada. Comienzo por la penúltima, porque supongo que en el tiempo transcurrido desde que he escrito hasta la lectura ya habrá una nueva «sorpresa». Primer paso: Pedro Sánchez utiliza la Abogacía del Estado para querellarse, es decir, utilizando la vía penal, contra el juez Peinado, a la sazón un funcionario público, que lleva lo de su esposa. Segundo paso: supongamos que los tribunales competentes admiten a trámite la querella y que se procede contra el citado juez. Tercer paso: llegados a este punto: ¿quién defendería al juez Peinado? ¿sería también la Abogacía del Estado, que es la encargada de esta tarea en el caso de los funcionarios públicos? Insisto, porque la cosa es de sainete: se podría dar el caso de un abogado del Estado personado en la causa como acusación contra el juez Peinado y de otro abogado del Estado, también personado en la misma causa, defendiendo al susodicho juez, por ser funcionario público. Me da la impresión de que esto es muy difícil de entender para un ciudadano de a pie.
El desarrollo. Sigo sin salir de mi asombro. Me pellizco y ni por esas. Los españoles vivimos (me incluyo) completamente anestesiados, por lo menos desde el punto de vista político. Me explico: días atrás, el marido de Begoña vino a decir que «pasaba» de las Cortes y que gobernaría sin ellas. Horas después lo reiteró el ministro Bolaños. Y no ha sucedido nada. Bueno, sí, ha habido algunas reacciones, pocas para la magnitud del asunto y los gritos tampoco han sido muy altos. Debe de ser que estamos de vuelta de todo, a pesar de la gravedad de la situación, lo que no hace sino agrandar el problema. Y el problema no es otro que, con sus declaraciones, Pedro Sánchez se ha ciscado en uno de los cimientos de la democracia, como es la división de poderes y la independencia de los mismos. ¡Pobre Montesquieu, para lo que ha quedado bajo el régimen sanchista!
El desenlace. Resulta que el inquilino de La Moncloa tiene el Poder Ejecutivo, uno de los tres básicos, en sus manos. Ahora bien, como no controla el Poder Legislativo, anuncia que «pasa» del mismo, por lo que las Cortes resultarán de una inutilidad manifiesta. Solo quedaría el Poder Judicial, que está bastante debilitado por sus guerras internas y por los intentos de control por parte del marido de Begoña y de su banda. Pero, volviendo al legislativo: si los de Moncloa, entendida en sentido amplio, no van a preparar leyes, ni tampoco decretos ley, durante la actual legislatura, de la que llevamos solo un año, ante el riesgo de que no pasen la barrera del Congreso y del Senado, ¿qué es lo que va a hacer el Gobierno presidido por el marido de Begoña durante los tres que faltan? Ahí van algunas posibles respuestas: ir al tran tran; no trabajar; tumbarse a la bartola; que los ministros y su presidente encadenen viaje tras viaje... En resumen, ostentar el poder, cobrar y colonizar las instituciones. ¡Que me traigan el frasco de las sales!
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.