Secciones
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
«Hay una gran oportunidad en cada crisis». Esta afirmación de Albert Einstein es atemporal y se puede aplicar a casi todos los momentos. Eso sí, lo que no dejó bien por escrito el genio es cómo aprovechar esas oportunidades. Un claro ejemplo lo estamos viviendo ahora con el teletrabajo, una consecuencia de la pandemia del coronavirus. Tras aquel terremoto económico, social y sanitario, el sector laboral ha abierto la mano a que muchos puestos de trabajo se desliguen de la presencialidad, siempre que se pueda y que no afecte al rendimiento.
En Salamanca esta oportunidad solo la podemos agarrar si nos dejan. Cada vez detecto a más gente joven que por las características de sus trabajos en Madrid pueden teletrabajar y solo tienen que ir algunos días sueltos a la oficina. Se les activa inmediatamente en su cabeza la posibilidad de volver a la capital del Tormes. El escenario es ideal. Teletrabajan desde casa en Salamanca, con los sueldos de empresas madrileñas y con la calidad de vida que no ofrece la capital de España. ¿Saben lo que falta en esta idílica postal del regreso de los hijos pródigos que tuvieron que irse a Madrid por la falta de oportunidades laborales? Sí, efectivamente. Un tren en condiciones entre Salamanca y Madrid. No un AVE, que eso es para el primer mundo, pero por lo menos alegría en las frecuencias, sin retrasos y que en unos 90 minutos estés en el metro camino de la oficina en los pocos días de presencialidad que te pida la empresa.
Los abuelos ven más a sus nietos y a sus hijos, los jóvenes compran casas, pagan hipotecas, hacen la compra, cenan en restaurantes y consumen de todo en Salamanca, mientras que los sueldos se los pagan en Madrid. La jugada es beneficiosa para todos y para ello solo nos separa un poco de sentido común en las infraestructuras, ya que de lo de justicia ya ni hablamos.
La España vaciada se llena así. Con infraestructuras y servicios más allá de las grandes ciudades, no con promesas y debates estériles que marean la perdiz en cómo convencer a los jóvenes para que emprendan y que se vayan a vivir a un pueblecito de 200 habitantes para poder darle el cheque bebé a alguien, ya que la última ayuda de ese tipo que entregó el alcalde fue en pesetas.
Las corrientes migratorias no son fijas y varían según las circunstancias del entorno. El ser humano siempre ha ido persiguiendo el bienestar y el sustento. Los jóvenes de mediados del siglo XX salían de sus pueblos para irse a las capitales de provincia como mano de obra barata para la creciente industria. La siguiente generación, los 'millennials' (nacidos en los 80 y mediados de los 90), se sacaron sus carreras universitarias y veían el nuevo escalón en Madrid o Barcelona en busca de sueldos y trabajos de alta cualificación. Este afán de superación es muy bueno, pero ha dejado el país con muchas habitaciones sin ocupar y que están igual que cuando los niños se fueron de casa. Con la tecnología actual, llega el momento de dar la vuelta a la tortilla.
Con un tren más o menos competitivo en precio y tiempo y con ayuda del nuevo concepto de la deslocalización de los trabajos, los salmantinos tienen una oportunidad de regresar a casa y sin los bolsillos vacíos. Salamanca sería un barrio periférico de Madrid, pero con la calidad de vida que ofrece esta ciudad monumental.
Sería vivir a más de 200 kilómetros de la Puerta del Sol, pero el personal estaría igual de feliz que estar empadronado en el lujoso distrito de Salamanca en pleno centro de Madrid.
No es ninguna quimera. A este sueño se puede ir en tren.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.