Extraños compañeros de cama
El pasado miércoles 11 de septiembre se cumplió el 46 aniversario del golpe de Estado en Chile y de la muerte de Salvador Allende, su ... presidente. Ya lejos de aquellos días y mirando hacia atrás sin ira, me viene a la mente una vieja sentencia británica según la cual “la política hace extraños compañeros de cama”. Lo que sigue es un ejemplo de ello.
La Nación era un diario chileno que editaba el Gobierno de turno. En el año 1972 ese Gobierno era el de la Unidad Popular (UP). Pues bien, el 18 de julio de 1972 en la primera página de La Nación había un recordatorio-felicitación a España, “esa Nación que nos da la mano en momentos que tienen especial importancia para el destino de Chile y de su pueblo”. Pero lo más llamativo del asunto era el encabezamiento de la noticia, que se expresaba en los siguientes términos:
“España celebra hoy su fiesta patria en el aniversario del Alzamiento Nacional, que marcó una nueva etapa de paz, trabajo y prosperidad para la Nación hispana”.
¿Cómo se explica tanta deferencia? Porque el Gobierno de Franco apoyó al chileno de la UP en todos los contenciosos internacionales que éste tuvo, y no fueron pocos.
Durante 1971, el Ministerio de Asuntos Exteriores español trabajó en el “Plan Iberoamericano”, proyecto que venía impulsando su titular Gregorio López Bravo, y en el primer documento de aquel trabajo podía leerse:
“Ha de contemplarse (la nueva política Iberoamericana) desde el prisma de una política exterior trascendente, perdurable y de largo alcance, digna de ser continuada a través de las inevitables mutaciones políticas de Iberoamérica y de la propia España”.
Hay una tesis reciente que la chilena María José Henríquez Uzal presentó en la Universidad Autónoma de Madrid. La tesis es un relato lleno de material nuevo (antes reservado) que nos permite ver el revés de la trama a través de las notas de una y otra embajada (la de España en Santiago y la de Chile en Madrid) mediante las cuales se informaba a los respectivos ministerios de Exteriores y se explican con detalle esos apoyos... y es ahí donde aparece un personaje notable: Enrique Pérez-Hernández, embajador de España en Chile. Pérez-Hernández, que tras el golpe de Pinochet salvó de la muerte en Chile a un puñado de españoles de izquierdas, representó allí el arquetipo del funcionario moderno. Un funcionariado que facilitaría más tarde el tránsito hacia la Democracia.
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