¡Es ‘próxima generación’, necios!
Confieso que se me llevan los demonios, por expresarlo suavemente, cada vez que escucho, leo o veo a políticos, periodistas y expertos en finanzas y ... cosas de la Unión Europea (UE) referirse al dinero que va a llegar dentro del Fondo de Recuperación por su nombre en inglés. ¡Como si no tuviéramos en nuestro idioma dos palabras igual de validas: “próxima generación”! Desconozco lo que hubiese hecho o dicho Miguel Delibes al respecto, justo este año en el que andamos celebrando el centenario de su nacimiento. Pero sí tengo muy claro lo que voy a hacer yo: decir que son unos necios. Según la RAE, una de las definiciones de necio es la siguiente: “ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber”; otra es “imprudente o falto de razón” y, una más, “terco y porfiado en lo que hace o dice”. Me valen cualquiera de las tres, aunque quizás si me obligan a elegir, me quedo con la primera.
Y ese fondo se llama de “nueva generación”, no solo porque sea novedoso, ya que es la primera vez que un instrumento de este tipo no se financia con cargo a los presupuestos de la UE, sino que se va a nutrir con dinero que llega desde el exterior mediante endeudamiento. Dicho de otra manera, que la UE va a salir a los mercados de capitales emitiendo deuda y asumiendo solidariamente préstamos y créditos que se deberán devolver en el futuro a medio plazo. O sea, que serán “las próximas generaciones” de europeos las que pagarán esa deuda que se asuma ahora. De ahí que sea también justo y lógico que esas nuevas generaciones se beneficien también de las inversiones a medio plazo que se hagan. Esa es una parte sustancial de la filosofía de lo que se pretende financiar con este fondo.
Además de la mejora del grado de autoabastecimiento de la cadena sanitaria, la mayor parte del dinero irá a no perder el tren de la digitalización entendida en sentido amplio, algo clave para las actuales generaciones y para las que están por llegar, y a dejar un mundo mejor para los europeos del futuro prestando más atención a la protección del medio ambiente y a la lucha contra el cambio climático. En resumen, que este planeta no es solo nuestro, sino que somos usuarios del mismo, con la obligación de transmitirlo en las mejores condiciones posibles a las “próximas generaciones”. No entiendo que teniendo estas dos palabras tan claras y rotundas, que no admiten dudas e interpretaciones, algunos se empeñen, no sé muy bien por qué, en seguir utilizando los dos términos ingleses. Estamos tirando piedras contra nuestro propio tejado y patrimonio, como es la lengua común tan rica y que usó con maestría Delibes.
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