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¿Eres derrochólico? De malgastar energía también se sale. Esta es la nueva campaña que ha presentado el Ministerio para la Transformación Ecológica y el Reto Demográfico. Ministerio de dudosa utilidad y que, si no fuera por aquello de que en el Gobierno hay muchas plazas que deben ser ocupadas para mantener a Sánchez en el trono, debería haberse limitado a, como mucho, una Secretaría de Estado. Y la persona que ha aprobado esto no es una cualquiera, no es alguien que pasara por ahí, se trata de Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno. Vamos la cuarta persona que más manda entre los que campan a sus anchas por La Moncloa.

Seguro que tú también has entendido la “bromita”, que se trata de jugar con la situación de alcohólicos anónimos o gente en terapia de cualquier adicción. Es más, en el anuncio de la televisión se puede ver a personas sentadas en círculo hablando de sus problemas. Lamentable. ¿De verdad que vamos a empezar a tomarnos a la ligera algo tan serio como la lacra que para la sociedad suponen las adicciones? ¿De verdad que el mismo Gobierno que pide que hablemos de “les niñes” puede soltar esto y quedarse tan tranquilo sin que le digamos nada? ¿Vale todo?

No, lo siento, pero no. Ya está bien. Ya vale, todo tiene un límite. Lo primero que debería hacer esta señora, por llamarla de alguna manera, es pedir disculpas. Pedirlas bien alto, pedirlas hablando a la cara de todas las familias que han perdido a un ser querido por las drogas, a las que se han arruinado por el juego, a las que tienen su vida hecha jirones porque un día alguna de esas adicciones entró por la puerta de su casa. ¿Vamos a hacer bromas con mandar a las mujeres a la cocina, con que los negros son más tontos, con que hay que acabar con los etarras a tiros? ¿De verdad vamos a volver a ir por ahí? Fíjate qué curioso que este supuesto Gobierno progresista al final se ha descubierto como rancio, zafio e inoportuno. Haría muy bien la ministra en hablar con gente que le abriera los ojos. Que tenga una conversación con Manolo Muiños y le cuente la realidad, la cruda realidad, de eso que a ella le hace tanta gracia, de eso con lo que considera que se puede bromear tan a la ligera.

Me encantaría decir que después de esta charla recogería cable y pediría disculpas, pero, dada la forma de actuar de Pedro Sánchez y sus secuaces, seguro que saldrán con que la culpa es de los fachas, de Feijóo, de Franco o vaya usted a saber. No soy fan de este Gobierno, eso queda claro cada vez que escribo esta columna, pero, en este caso, la gente de bien de izquierdas debería sentirse igual de asqueada que yo.

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