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Entre tanto calavera

Miércoles, 23 de noviembre 2022, 04:00

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Ayer iba el día de calaveras. Las menos dañinas son las coloreadas figuras de cráneo que hasta ayer llamaban la atención de los viandantes que atravesaban la concurrida plaza del Liceo.

La exposición digamos que no pasaba desapercibida. Sin embargo, ayer fue protagonista porque apareció por sorpresa una de las calaveras que creían objeto de un robo para muchos, pero no para el funcionario de la policía que recogió la figura el miércoles, cuando alguien se la encontró desprendida en el suelo.

El asunto resultó un poco “berlanguesco”: una calavera, unos vigilantes que no la echaron de menos y una investigación policial, que finalmente no se llevó a cabo, aunque ya se habían dado órdenes para que se visionaran todas las cámaras de la zona y encontrar al presunto ladrón, que nunca existió.

No pasó de ser una anécdota divertida protagonizada por un policía despistado que se olvidó desde el miércoles que tenía la calavera a buen recaudo para evitar que fuera objeto de gamberradas al haberse desprendido y caído al suelo. Lo extraño es que nadie hubiera echado en falta la macabra figura.

No vayan ustedes hoy para ver si descubren la calavera porque la exposición concluyó ayer.

Más allá de la chistosa historia del pintoresco cráneo, ¡hay cada calavera! (hombre disipado, según la quinta acepción del diccionario). Son las más preocupantes, porque nos están robando el presente y el futuro. El presidente del Gobierno es un ejemplo. Calificarlo de hombre disipado quizá se quede corto cuando se trata de describir al terrorífico dirigente que tenemos. Creo que estoy siendo demasiado benévola con quien nos desprecia y solo dedica su tiempo y esfuerzo a quienes quieren destruir España y la democracia.

Sánchez presentó en 2020, en tiempos de pandemia, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia a través del cual se iban a canalizar los fondos europeos que iban a llegar como la tabla de salvación.

A principios de este año habló de que eran la base de la nueva gran modernización económica de este país. En Salamanca no hay nadie que haya visto un solo euros de esos fondos con los que el presidente del Gobierno nos ha prometido modernidad y prosperidad.

Ni siquiera, el proyecto auspiciado por la USAL para impulsar la potente y prometedora industria del español amparada por el mejor paraguas que puede tener España fuera, como es la marca “Universidad de Salamanca”, ha conseguido los fondos que arbitrariamente distribuye el Gobierno. 4 millones ya se fueron a La Rioja para crear el Observatorio del Español y hace unos días el ejecutivo que preside el señor Sánchez destinó 7,5 millones para impulsar el uso del vasco, catalán, gallego y valenciano, un proyecto importante para él y que dará satisfacción a sus socios y poco más.

El rector, Ricardo Rivero, aprovechó la inauguración del Centro Internacional del Español, en el antiguo Banco de España, para reclamar parte de los fondos destinados al español. Los representantes del Gobierno, -nos despacharon con un secretario de Estado y poco más- nos halagaron un poco el oído y se acabó. La institución académica todavía no ha visto un euro del PERTE del español. Salamanca puede esperar sentada a que vengan los fondos europeos si tienen que llegar de la mano de este Gobierno.

Mientras no seamos determinantes para que Pedro Sánchez pueda continuar disfrutando de La Moncloa, hagamos alguna fechoría digna de modificar el Código Penal o montemos un referéndum para anexionarnos a Portugal, Sánchez no nos hará caso.

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