Energía y alimentos, o viceversa
Los precios de la energía y los de los alimentos han sido los principales causantes de la subida del IPC durante el año en curso. ... Y en ambos casos, el problema no ha hecho más que comenzar y nos acercamos a épocas de escasez. En la energía, el principal problema en el futuro a corto plazo está en lo que suceda con el gas natural, y no es el de los precios precisamente. Porque en Bruselas trabajan con la hipótesis, basada en certezas, de que Putin cortará el suministro de este producto energético a los países miembros de la Unión Europea, con Alemania como uno de los más afectados, a finales de septiembre o en octubre.
Con el fin de prepararse ante este escenario se ha creado un grupo de trabajo, o de alto nivel, como se prefiera llamarlo, encargado de garantizar el suministro de gas y diversificar el abastecimiento comunitario. Ese grupo, que, por cierto, está presidido por una alta funcionaria de nacionalidad española, ha mantenido ya contactos con autoridades de otros países productores, entre ellos Argentina, pero no es fácil garantizarse el suministro.
Total, que nos deberemos hacer a la idea de que, además de precios caros, pueden registrarse problemas de abastecimiento de gas a lo largo del próximo invierno. Desde este punto de vista, resulta muy difícil entender el volantazo dado por Pedro Sánchez en su política sobre el Sáhara, que ha enfadado sobremanera a los de Argelia, nuestros principales abastecedores de gas.
Y, de la energía a los alimentos. Nos esperan tiempos complicados porque los precios que pagaremos los consumidores seguirán siendo elevados, al menos durante un cierto tiempo. Varios factores nuevos, aunque consecuencia de otros viejos, van a contribuir a ello. Todo apunta a que el cereal y las oleaginosas de Ucrania no se van a poder exportar a corto y medio plazo; por otro lado, los expertos del sector consideran que la superficie que se dedicará a los cereales en la próxima campaña de siembras bajará alrededor de un 15 por ciento en España, debido a los altos costes de producción (fertilizantes, gasóleo, luz...).
Aunque todavía se registran altos precios en el mercado interior, las cuentas de los agricultores no salen. La consecuencia lógica es que habrá menos oferta de cereal, tanto para alimentación humana como animal, lo que debería provocar incrementos de las cotizaciones, aunque no se llegue a situaciones de escasez; no obstante, también influirá lo que suceda en el mercado mundial.
Mientras tanto, los ganaderos se quejan de sus elevados costes de producción por los precios caros de los cereales y los piensos. Por eso reponen menos animales en las granjas. Eso provocará recortes de entre el 15/20 por ciento en la cabaña ganadera y una reducción de la oferta de carnes, huevos y puede que también de leche. ¿Habrá desabastecimiento? Probablemente no, pero sí escasez y precios más altos para los consumidores.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión