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¿En los umbrales de la IIIª República?

Sábado, 20 de junio 2020, 05:00

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Ayer cumplió Felipe VI un sexenio como Rey de España, y hoy entra en el hemisferio norte el solsticio de verano, pero lo que hoy nos hemos querido preguntar es si estamos en “estado de alarma”, o en una grave alarma de Estado. Es decir, si nos hallamos en los umbrales de la IIIª República, o si por el contrario, los despiadados ataques a la Monarquía, desde los separatismos, y alentados ahora por Podemos, planificados, pásmense, ¡desde el banco azul! por el vicepresidente Iglesias -con el silencio cómplice del presidente-, pasarán como uno más de los intentos de derrocar la Monarquía.

En el ánimo de la víbora con coleta -y ya ligera chepa-, no está solo destronar al rey Felipe, afirmando que “nuestros recortes vendrán con guillotina”, como tuitearon sendas parejas suyas, Tania e Irene. No duden ustedes de que su objetivo es seguir denigrando la modélica Transición, y derogar la Constitución, la que instauró el llamado Régimen del 78. En tres palabras, la pretensión de Pablo Iglesias es destruir el Estado, porque el Rey (artº 56 de la Constitución) es “el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia”. La cuestión es si el llamado bloque constitucional PP-PSOE está dispuesto a impedirlo. Y a juzgar por el mutismo de Pedro Sánchez ante las caceroladas y otras demostraciones antimonárquicas, no parece que el PSOE -o por mejor decir, el sanchismo-, esté dispuesto a frenar a su revolucionario socio y vicepresidente, o sencillamente a defender la Jefatura del Estado, lo que le convierte en un secuaz. Qué lejos del proceder de los socialdemócratas suecos, cuando ganaron por vez primera las elecciones, y le decían al rey Gustavo Adolfo, no se preocupe Majestad, que si proclamamos la República, le haremos a usted presidente.

Vender que se está rabiosamente en contra de un título de Rey que se adquiere por las leyes de la biología, por herencia, ha sido siempre y es hoy tan sencillo como vender mascarillas o guantes. Es más complicado que te compren que lo que tenemos es una república coronada, es decir una monarquía parlamentaria, republicana, con tareas simplemente representativas. Con algunas ventajas sobre cualquier república: el rey fue educado de manera exquisita, y a uno le parece que con más influencia materna, de aquella “buena profesional” que es doña Sofía; la duración de su reinado permitirá el establecimiento de sólidas relaciones en todo el mundo; ha reaccionado rápida y noblemente a los graves problemas planteados, como Cataluña (con un discurso impecable), el Covid, y hasta por su propia familia (ha retirado la subvención al padre y ha renunciado a su herencia); y, sobre todo, no pertenece a ningún partido político, ni está sometido a vaivenes electorales. De ahí que muchos de los países más estables y prósperos del mundo sean monarquías parlamentarias: Reino Unido, Suecia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, Japón... Quizás también por ser verdaderas democracias, sin asomo del viejo poder absoluto de los reyes, han contradicho la profecía de aquel pintoresco rey de Egipto, Faruk, derrocado por Nasser en los cincuenta, conforme a la que en muy poco tiempo solo quedarían cinco reyes en el mundo, los cuatro de la baraja y la reina de Inglaterra.

Pues con todo eso, Pablo Iglesias ya le ha subido retóricamente al cadalso, para intentar guillotinarlo, si no físicamente, si para sacarlo de España... y me temo que para aspirar él mismo, en innoble disputa con Sánchez, a ser el presidente de la IIIª República. Que es también lo que desean los separatistas vascos, desobedientes históricos a la Corona, y los catalanes, desde que perdieron aquella Guerra de Sucesión con los borbones. Es decir, proclamar sus pequeñas repúblicas de campanario, de chapela y barretina, de odio a España, sembrado desde las escuelas -falseando la historia-, durante varias generaciones, sin la adecuada respuesta estatal. Eso sí, queriéndonos a los denostados españoles como obreros, compradores y turistas.

Si los jóvenes progres, indocumentados, inconoclastas, conocieran nuestra historia, es posible que pusieran en cuestión su anhelo republicano. ¿Saben que la Iª República, que duró menos de dos años, tuvo nada menos que cuatro presidentes? Sí, Figueras, es el que por algo dijo “estoy hasta los cojones de todos nosotros”. ¿Y saben que los caballos del general Pavía acabaron asaltando el Congreso? ¿Habrán oído hablar nuestros jóvenes analfabetos de las bestialidades de “idílica” IIª República? Solo quieren saber que Franco acabó con ella sublevándose, ganando la Guerra Civil. Relatan horrores del franquismo, olvidando las atrocidades de los leales a la República.

El colofón y su defensa son sencillos: Felipe VI ha celebrado sus seis años visitando una guardería.

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