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Cuando las élites se evaporan, lo que se consigue es un gobierno de twitter” (Alan Wolfe)

Ya vamos comprobando que no se consigue una mejor democracia votando más veces. En verdad, cuanto más se practica la llamada “democracia participativa” (primarias, redes sociales, referendos...) peor es la estabilidad política y peor la calidad de los líderes. Bastaría con mirar, pelo a pelo, los curricula de los 350 diputados que acaban de ser elegidos con los de sus pares de las primeras elecciones (1977) para llegar a la triste conclusión de que los actuales son muy inferiores en experiencia y nivel profesional (desde el electricista al ingeniero de Caminos, que antes tenía experiencia laboral y ahora no). La norma constitucional que reclama “mérito y capacidad” para la cosa pública se ha convertido en un mero adorno de inutilidad manifiesta.

Pese a esa norma y pese a la ley que señala las condiciones que ha de tener quien dirija cualquier agencia o empresa pública, los últimos nombramientos (y también los anteriores) han representado la puesta en práctica del más añejo enchufismo. Y no creo que tras las últimas elecciones vayan a cambiar las cosas en este campo.

El proceso que -por varias razones- ha llevado en España a la destrucción del bipartidismo ha traído aparejada la dispersión política a derecha e izquierda. Y quien consigue reagrupar fuerzas, dada la ley electoral que se aplica en las elecciones generales, gana las elecciones y el pasado 28 de abril ese partido fue el PSOE. Y lo peor para el centro derecha ha ocurrido en el Senado, donde han quedado con 60 escaños (56 PP + 4 C’s + 0 Vox). Mientras que el PSOE, él solo, tiene 121, es decir, la mayoría absoluta. ¿Puede haber una estupidez política mayor?

Y ahora, de poco va a servir afirmar que lo más lógico, estabilizador y socialmente rentable sería un Gobierno de coalición PSOE + C’s, que contaría en el Congreso con 180 diputados, pues tal combinación va a resultar imposible, pues Ciudadanos no parece dispuesto.

Respecto a la nueva posición de Ciudadanos, sólo reproduciré lo que ha escrito uno de sus impulsores, el catedrático Francesc de Carreras:

“La decisión de Albert Rivera de pretender liderar el bloque de la derecha ha provocado el retorno a la tradicional división entre derecha e izquierda y ha impedido que Ciudadanos sea la bisagra que, según el resultado, engarce a unos u otros, sin que para ello se necesiten ni los extremos ni los nacionalistas.”

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