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Hasta ahora, ese gran acuerdo que se presentó a bombo y platillo, ese gran logro alcanzado por Pedro Sánchez en Bruselas, con la llamada excepción ibérica para que España y Portugal pudiesen poner tope a los precios del gas, y reducir el coste de la luz, parece que no ha dado los resultados buscados. Vamos, que ha salido el tiro, no por la culata, sino por el contador, a los que diseñaron esta medida, que se ha quedado en casi nada, a pesar de la operación de imagen que se desplegó.

Ahora toca otra operación de imagen de cara a la reunión del Consejo de Ministros de mañana, durante la que se aprobará, adelantan desde Moncloa, un potente paquete de medidas para hacer frente a la crisis. En él se incluye un recorte del IVA de la luz, que semanas atrás se había rechazado con contundencia. Bienvenida sea esa reducción, por supuesto, pero, si se echan cuentas, tampoco es que vaya a suponer muchos euros para una economía familiar.

Visto lo sucedido en Andalucía, y con la foto fija a fecha de hoy, parece que la huida hacia delante de Pedro Sánchez toca a su fin, al margen de que adelante las elecciones generales (algo que dudo mucho), o no. La recta final de la legislatura se parece cada vez más a la etapa final de Zapatero, que se vio obligado a realizar una reforma constitucional ante las presiones de Bruselas y los Estados miembros “ahorradores”.

Ahora el Gobierno (o los dos Gobiernos que coexisten) se encuentra ante un grave dilema: plantear medidas populistas que supondrán aumento del gasto que debería financiarse en parte vía subida de impuestos o aumento de la deuda o el déficit, lo que chocaría con lo que piden desde Bruselas; o, por el contrario, ceñirse a lo que dicen desde la capital comunitaria y también el Banco de España, apretarnos el cinturón y enfadar a una parte de los miembros de la coalición gubernamental y de los nacionalistas que la dan su apoyo. Esta es la disyuntiva que está encima de la mesa.

Que Pedro Sánchez ha tenido mucha suerte en su vida política es algo que no se puede dudar. Que ha renacido de sus cenizas en múltiples ocasiones, también. Pero ahora no veo cómo puede salir de esta encrucijada en la que se encuentran él mismo, su gobierno, el PSOE, suponiendo que todavía exista y, lo que es más importante, todos nosotros, que vamos a tener que pagar “la fiesta”, tanto las generaciones actuales como las futuras.

Por más que hoy sea san Juan y por más que se pida un milagro, consistente en que Pedro Sánchez arroje a la hoguera su pasado y presente populista y se ponga a mirar el futuro con realismo, responsabilidad y sentido común, no veo yo que el inquilino de La Moncloa esté por esa labor. Pero, por pedir, que no quede, aunque nos salga la petición por el contador

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