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Alfonso Fernández Mañueco será investido hoy, salvo sorpresa de última hora, presidente de la Junta de Castilla y León, el séptimo, pero el primer salmantino que llega al colegio de la Asunción y, además, ejerce de charro.

El camino hasta llegar al acuerdo con el naranja Igea no ha sido fácil. Tampoco los suyos le han facilitado las cosas hasta sellar el Gobierno de coalición con Ciudadanos. En plenas negociaciones, con más tira que afloja por parte del candidato de Cs -bien complicadas, por cierto- Génova estuvo a punto de provocar un cisma en el PP de Valladolid, amenazando al actual presidente de la organización, Jesús Julio Carnero, con deponerlo y montarle una gestora porque se negaba a renunciar a ser el presidente de la Diputación.

Los de Casado se presentaron en Valladolid la semana clave para alcanzar el acuerdo y provocaron una crisis que tendrán consecuencias en el nuevo consejo de Gobierno de la Junta. Casado no se resignaba a dejar de colocar a alguno de los suyos en la institución provincial y de paso segarle la hierba a un “sorayista” que antes fue de Silván. A Fernández Mañueco le ha tocado sacar la manguera sin haber sido el que provocó el incendio y Jesús Julio Carnero probablemente será uno de sus consejeros. Así es cómo se las gastan en Génova desde que llegó la nueva hornada procedente de las Nuevas Generaciones. Tampoco le han faltado amenazas en los juzgados que buscaban con ahínco y a la desesperada su imputación, lo que le habría venido de cine al socialista Luis Tudanca y le habría servido a Igea para romper un pacto con el PP que nunca le gustó demasiado. Pero el juez archivó la sospechosa denuncia anónima y tiró por tierra las expectativas, muy legítimas, de unos y de otros.

Mañueco no va a ser la continuidad de Juan Vicente Herrera. El futuro presidente es un hombre de partido, que no concibe el cargo sin el respaldo del PP. También su experiencia ha sido totalmente distinta a la de su antecesor. Concejal, diputado, presidente de la Diputación, consejero y alcalde. Su trayectoria está jalonada de experiencia en la gestión. Se puede equivocar y se equivocará, pero conoce de primera mano los problemas de la gente, sabe cuál es la realidad del medio rural y de sus habitantes.

Acertar con el equipo del que se rodeará será la primera prueba de fuego. Para lo que tendrá que olvidarse de ataduras territoriales o de deudas morales y políticas. Sus personas de confianza tienen que ser las mejores, con independencia de la provincia de la que procedan o de la etiqueta que lleven dentro o fuera del partido. Sus éxitos o fracasos se medirán en buena medida por el acierto de su equipo y la capacidad que tengan las personas que estén al frente de cada una de las áreas en las que, según el acuerdo de Gobierno, tiene responsabilidad el PP. Aunque Mañueco también será juzgado en buena medida por el desempeño de los consejeros que tendrá que nombrar Ciudadanos o Igea y la única que parece segura es Verónica Casado, considerada como la mejor médica de familia del mundo. El reconocimiento de Verónica la acreditan como profesional por vocación. Pero los retos que tiene por delante Verónica sobrepasan con mucho su buen hacer con los pacientes del centro de salud donde ejerce en la actualidad, incluso sus buenas dotes comunicativas. De entrada, su antecesor ya le ha dejado un buen “morlaco” con el que lidiar en Salamanca. Sáez Aguado, que en los últimos años bien pudiera haber estado a sueldo por parte de la oposición, deja un nuevo retraso en las obras del hospital de Salamanca y un sobrecoste de cuatro millones de euros. Un nuevo viacrucis para la nueva consejera, pero también para el presidente de la Junta, que empeñó mucho esfuerzo y trabajo para darle prioridad a un proyecto que no lo era para sus propios compañeros.

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