El oscuro reinado de Witiza
Sábado, 25 de abril 2020, 05:00
Se presentaba “oscuro y tormentoso”, repite el protagonista de las estupendas novelas policíacas del académico García Pavón. Pues esa borrasca del mandato del visigodo, después ... de trece siglos, ha llegado a Felipe VI. Ante él prometió su cargo de vicepresidente del Gobierno. Un individuo (legítimamente republicano), pero que desde su cargo rechaza un Rey uniformado, y le organiza una cacerolada anti monárquica. ¿Lo peor? Quien le llevó a su gabinete -también de respetable vocación republicana-, Pedro Sánchez, se calla, creemos que complacido. Cuando en Suecia triunfaron los socialdemócratas, en tiempos del abuelo Gustavo Adolfo, le decían “no se preocupe, Majestad, que si proclamamos la República le haremos presidente”. Por aquí abajo, como la guillotina está pasada de moda, a nuestro Rey y su familia les llevarían a embarcar para el exilio.
“España va mal y tiene perspectivas de ir aún peor”, decía en diciembre el líder de la oposición. No se equivocaba entonces, ni pudo barruntar que venía una pandemia. Lo repitió en el excelente parlamento que hizo en el último debate. El lobo de la patita enharinada, Iglesias, ya había dicho, como corresponde a un buen comunista, que sacaría España de la OTAN, sin añadir que la llevaría al Pacto de Varsovia, porque ya estaba archivada. Había descubierto su emoción cuando veía patear en el suelo a un miembro de las Fuerzas de Seguridad; supimos que no quiere medios de comunicación privados, y pretende amordazar a los disidentes. Lo que no había entrado, segando con su hoz y dando martillazos, era en el Poder Judicial, y ya lo ha hecho: la crítica desapacible, denigrante para la judicatura, de la condena a la podemita Isa Serra, pero no “por haberse manifestado contra un desahucio” -como ha escrito ella con descaro-, sino por atentado, lesiones leves y daños, adobados con un lenguaje tabernario y ofensivo para los policías que lo ejecutaban, naturalmente por orden judicial. No es extraño, sino habitual, la defensa de sus gregarios delincuentes, como aquel bestia de Bódalo que sacó violentamente a una heladera por una ventana, por no hacer huelga, aunque le advirtieron “¡que está preñada!”; o el Alfon, al que pillaron con una mochila con gasolina, petardos y metralla.
Los jueces le han dado una colleja bajo la coleta, pero como dice un amigo, viejo letrado charro, “muy blandita”. ¿Y el presidente Sánchez? Consintiendo, callado como una puerta, como los tres jueces que son ministros. Podía haber adoptado la actitud del alcalde de Villar del Río, en “Bienvenido Mr. Marshall”, repitiendo os debo una explicación y os la voy a dar, aunque no la daba. La misma que cada insufrible rueda de prensa, adopta la raquera de la portavoz gubernamental, que hace parrafadas insolentes elogiando al gabinete, pero sin contestar las preguntas comprometidas.
Todo va mal porque entraron en el Gobierno los comunistas del insomnio. ¿Pero cómo puede haberlos con las demostraciones que desde 1917 han dado de crímenes, “solo” cien millones, y no solo aristócratas rusos, sino sobre todo "parias de la tierra”? Aquí los ha habido notables, pero comprendieron y abandonaron, como Tamanes, Jiménez Losantos, Sánchez Dragó, Pío Moa... El nuestro, Pablo Iglesias, tiene buena reata (abuelo colaborador en asesinato de noble madrileño, padre del GRAPO), pero ha seguido la conducta que a estos sujetos les achaca un filósofo que también fue comunista en su juventud, tan poco dudoso como Antonio Escohotado (cuyo abuelo fue, por cierto, alcalde de Galapagar, y su padre seguidor del socialista Besteiro). Ha sostenido que “todos ellos fueron hijos de papá, que vivieron de los sablazos a la familia”; que “Marx dejó morir de hambre y frío a tres hijos”; y que “Lenin vivió treinta años de las remesas de su mamá”. Añade “ni un solo cabeza de fila igualitarista ha trabajado”, han vivido de ser “revolucionarios profesionales”. A todos ellos los ha dejado chicos nuestro vil marqués de Galapagar, gracias al traidor a la socialdemocracia, a sus reiteradas pomesas, y a España, Pedro Sánchez, que ha metido al zorro comunista en el gallinero.
¿Qué decir de la última actuación de este transformista, este Frégoli de vía estrecha? Basta recordar el Manifiesto Comunista de Marx y Engels de 1848, su Evangelio civil, que propone “liberar” a los niños de sus padres (¡coño, igual que la ministra Celáa!), porque la familia debe ser reemplazada por la vida comunal (menos los jefes, como Iglesias, que vivirían en mansiones y chupando del bote). El coletas quiso protagonizar la suelta a los siete millones de pequeñuelos y empezar a adoctrinarlos. Suavizó su voz, y representó al Anticristo pidiendo hipócritamente perdón: “Dejad que los niños se acerquen a mi”. Pobres criaturas las que capte.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión