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Quizás podría haber sido antes, pero lo cierto es que Salamanca entra por fin en Fase 1 desde mañana lunes y por tanto hay que celebrar que la provincia vaya avanzando en la desescalada tras del gigantesco esfuerzo que han realizado en los últimos dos meses y medio todos los salmantinos, empezando por los sanitarios y siguiendo por las fuerzas del orden y los militares, personas mayores y niños, así como los empresarios, hosteleros, comerciantes, funcionarios de todas las administraciones y trabajadores de servicios esenciales. Su sacrificio y disciplina ha hecho posible que la sanidad salmantina mantenga ahora mismo un control razonable de los nuevos casos y esté en disposición de detectar y hacer un seguimiento de los contagios y al mismo tiempo de prestar la mejor atención a los enfermos más graves.
La satisfacción por la suavización de las medidas de confinamiento no puede, sin embargo, soslayar la evidencia de que seguimos en zona de peligro por la persistencia de la epidemia, que va cediendo terreno poco a poco pero que mantiene sobre la población la espada de Damocles de un rebrote fatal desde todo punto de vista.
Por eso la capital y provincia se juegan tanto en la lucha por convertir en un éxito la Fase 1, de forma que la mayor movilidad de la población y el aumento de los contactos no impidan que la curva de propagación del virus siga bajando como lo ha hecho casi sin solución de continuidad en las últimas semanas.
Ante ese reto crucial para la sociedad salmantina, tres son los actores fundamentales de los que depende el éxito de la empresa: los ciudadanos, quienes dirigen las fuerzas del orden y las autoridades sanitarias.
A los ciudadanos de a pie nos compete ser respetuosos al máximo con las recomendaciones para evitar contagios. Guardar la distancia social, evitar grupos y aglomeraciones, utilizar los guantes y las mascarillas, mantener la higiene del entorno y el lavado frecuente de manos y respetar las normas de uso de los servicios de hostelería y comercio son ahora tanto o más necesarios que en el peor momento de la pandemia. Habrá que vencer la natural tendencia a la relajación tras dos meses y medio de encierro y para ello será de ayuda recordar el sufrimiento y las pérdidas humanas que nos ha costado llegar hasta este punto. Hay que mantener la guardia alta, por solidaridad, por responsabilidad y por sentido del deber.
Seguro que la inmensa mayoría de los salmantinos estará a la altura del desafío que supone la desescalada, pero siempre hay una minoría propensa a saltarse las normas, capaz de poner en peligro lo conseguido entre todos. Contra esa minoría de personas incívicas deben emplearse a fondo las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, para imponer disciplina con su presencia y con las oportunas sanciones a los infractores. En ese sentido, cabe exigir a la Subdelegación del Gobierno que recupere, ahora que entramos en Fase 1, la capacidad de movilización de guardias civiles, policías nacionales y policías locales que desplegó en los primeros días de la cuarentena. Desde entonces, el celo de los agentes se ha ido relajando y el número de multas ha decaído, a pesar de que desde el inicio de la Fase 0 ha habido más motivos y situaciones para sancionar conductas de riesgo. Hoy publicamos un reportaje en LA GACETA que demuestra la existencia de una minoría de jóvenes que se vienen saltando las normas de aislamiento y que se reúnen para celebrar botellones o sencillamente para charlar en grupos sin mascarillas y sin respetar distancias. Son conductas de riesgo que las fuerzas de seguridad de Salamanca deberían cortar de raíz.
Y el tercer pilar del que depende el que la capital y provincia consigan seguir reduciendo los casos de coronavirus es sin duda el de la sanidad. A partir de mañana se pone en marcha el dispositivo de rastreadores, que debió implementarse desde hace semanas, cuando el número de contagios bajó hasta hacerse ‘abarcable’, pero que arranca ahora por ser una exigencia del Gobierno a todas las zonas en Fase 1. La Consejería de Sanidad dispone de 442 sanitarios (195 de nueva contratación) que se encargarán de que se haga en el día una prueba PCR a los nuevos sospechosos, de controlar que los contagiados se mantienen en cuarentena y de rastrear a las personas con las que han tenido contacto para hacerles test y someterlas en su caso también a aislamiento. La rapidez en la detección de los nuevos casos y de la capacidad de rastreo y control de los contagios serán esenciales a partir de ahora, y eso solo depende de que la Junta forme y habilite personal sanitario en número suficiente como para atender los casos en las 247 zonas básicas de salud de la Comunidad.
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