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He de confesar que desde que Rodríguez Zapatero fue elegido presidente del Gobierno no ha dejado de sorprenderme un solo día. Desde las decisiones sociales más sorprendentes (Plan Eñe o Cheque bebé) hasta aquella tremenda ocurrencia del nuevo Estatuto para Cataluña al cual se lanzó sin paracaídas (no cambió ni la Ley de referéndum que debería haber exigido un porcentaje mínimo de participación que el Estatuto no tuvo, o no pasar a la aprobación en las urnas un texto que estaba recurrido ante el Tribunal Constitucional)... en fin, después del desastre catalán llegó la crisis financiera (que él negó que existiera) y tras ciscarla de las más diversas formas al fin hizo mutis por el foro. Pero es que después, cuando dejó el Gobierno, su sorprendente trayectoria internacional y nacional pone los pelos de punta.

De aspirante a convertirse en candidato al Premio Nobel de la Paz, a asesor áulico del “hijo de Chávez”. La evolución de este ex presidente durante los últimos años le ha llevado a aparecer ante la comunidad internacional y la opinión pública española como un aliado del Gobierno bolivariano y dictatorial de Venezuela. ZP defiende y promociona sus tesis y juega un papel destacado en la justificación del régimen impresentable que lidera Maduro.

Y ahí sigue, con la “Mesa de diálogo”: “Ahora tenemos una esperanza y es la Mesa del Diálogo Nacional (MDN). Tiene calendario, compromisos y puede dar resultados positivos”. Esa “Mesa”, es la otra, la “venezolana”, porque ZP también apoya –y de qué forma- la mesa “catalana”, que nos va a dar grandes días de gloria.

En esa “Mesa” venezolana hay cinco partidos de la oposición que sólo cuentan con cuatro de los 165 diputados del Parlamento. Zapatero también defiende al Consejo Nacional Electoral, pese a los fraudes demostrados en varios comicios. En 2017, la empresa encargada del software electrónico denunció públicamente que el chavismo había sumado al menos un millón de votos en el recuento de las elecciones a la Asamblea Constituyente que controla el régimen de Maduro.

Y mientras sigue el éxodo masivo, el desastre económico y el hambre, uno tiene el derecho a preguntarse: ¿quién está detrás de Zapatero? ¿Su ideología de rojo irredento o el dinero de alguna o varias petroleras?

Dicen que el paso de los años hace más reflexivas y moderadas a las personas, mas parece que tal cosa no le ocurre a este Peter Pan de la política española que no ha traído más que desgracias a su país.

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