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Hace ya unos cuantos años estuvo muy de moda una especie de aceite lubricante, que servía para casi todo, denominado “tres en uno”. Me he acordado de ello al analizar el Gobierno de Pedro Sánchez a raíz de los últimos acontecimientos, incluida la presentación de la plataforma llamada “Sumar” de Yolanda Díaz.
En estos momentos, cuando se reúne el Consejo de Ministros en la Moncloa cada martes, hay tres grupos diferenciados: a un lado están los socialistas de Sánchez; del otro, los representantes de Podemos con “Montero la menor” y Belarra a la cabeza; y, para rematar la faena, el nuevo grupo capitaneado por Yolanda Díaz. Eso sí que es un Gobierno de coalición, sujetado por ese acuerdo programático, del que ya he escrito en otras ocasiones, basado en dos únicos puntos: el primero, mantenerse en el poder a toda costa; el segundo, que estando de acuerdo en el punto primero, lo que no es poco, andan en desacuerdo en todo lo demás y así se explica que cada uno vaya por su lado. No obstante, esta situación tiene sus consecuencias. Me remito a la Ley del Gobierno que establece claramente en su preámbulo los tres principios que configuran su funcionamiento. El primero es el de dirección presidencial, que otorga al presidente del Gobierno la competencia para determinar las directrices políticas que deberá seguir el Gobierno y cada uno de los departamentos; el segundo es “la colegialidad y consecuente responsabilidad solidaria de sus miembros”. Dicho de otra manera, que tanto Sánchez como Calviño, Ribera o Planas, son corresponsables de los proyectos que salieron de la mesa del Consejo de Ministros y que se han plasmado en la Ley de Bienestar Animal o en la Ley del “sí es sí”, que tuvieron su origen en el ala “podemita”. Otro tanto se puede decir de la Ley de sobre la reforma laboral promovida desde el departamento de Díaz. En paralelo, esta última y los de Podemos son responsables solidarios de las medidas económicas adoptadas por Calviño, de la política de apoyo a Ucrania tras la invasión por parte de Rusia o en el cambio de posición que ha tenido España en relación con el Sahara. Y escribo lo anterior adelantándome a los acontecimientos, porque la ruptura formal de este Gobierno de “tres en uno” llegará (en la práctica ya está roto) y entonces comenzarán a echarse las culpas los unos a los otros y a decir todo lo que han tenido que aguantar y, en definitiva, a intentar vendernos unas cuantas burras. Cuando la realidad es muy tozuda y lo expresa claramente la citada Ley del Gobierno: si se han mantenido en sus puestos es porque era de su interés y, por lo tanto, son responsables solidariamente de lo que han hecho. Y, sobre todo, es importante tener esto en cuenta, para que no vuelvan a engañar, porque no tienen propósito de la enmienda, ya que, si los resultados electorales lo permitiesen y exigiesen, volverían a hacer lo mismo. Avisados estamos.
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