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En tiempos electorales hay muchas palabras gruesas, muchas salidas de tono y de tiesto por parte de todos los protagonistas. Pero, al fin y al cabo, con mayor o menor fortuna dialéctica, las diatribas entran dentro de la normalidad democrática y de la pelea en el ring. En las dictaduras es mucho peor, porque solo los déspotas tienen derecho a hablar.

Aquí, en España, espero que nunca lleguemos a eso y que partidos como Podemos, que se han criado en el seno de las dictaduras bolivarianas, nunca puedan ostentar más poder que el que ya les está dando Pedro Sánchez en el Gobierno más infame e inútil de la historia de la democracia en España.

Si alguien destaca en esta campaña por utilizar palabras fuertes y poner en cuestión su propia credibilidad, es el candidato de Ciudadanos a la Junta de Castilla y León, Francisco Igea. El que fuera vicepresidente del Gobierno regional con Mañueco camina como un jabalí herido desvelando conversaciones y wasap privados, sin darse cuenta de que quien se pone en evidencia es él mismo, porque a partir de ahora se convierte en una persona de poco fiar.

Domina la oratoria como nadie. En el arte de hablar ante los micrófonos y para los periodistas, sin duda es el mejor, el más entretenido y el que más titulares escandalosos da. Pero como del amor al odio hay un paso, todo en él rezuma el rencor del amante herido por la supuesta traición de Mañueco al convocar las elecciones. Y al que en otros tiempos defendió a capa y espada y contra viento y marea, ahora lo tiene en el punto de mira de sus discursos electorales.

Pero a veces las palabras le traicionan y el lunes, en una entrevista, le ocurrió. Además de llamar “atracador” a Mañueco, aunque de una forma más o menos elegante. Bueno, lo que dijo exactamente fue que lo único que tenía claro es que no le dará las llaves del piso al atracador. Además, de insultar innecesariamente a quien fue su socio preferente y ahí están las hemerotecas para corroborarlo, la afirmación quiere decir que si su voto es decisivo pactará con el PSOE de Tudanca, que es lo mismo que pactar con el presidente de la infamia y la mentira, con Pedro Sánchez. Esta afirmación le deja con sus vergüenzas al aire, porque el PP no va a cambiar de candidato lo pida quien lo pida, luego no le queda otra opción que apoyar a Luis Tudanca si necesitara su voto. ¿Con las cosas que le ha dicho al líder de los socialistas de Castilla y León?

Yo creo que, a pesar de que estemos en campaña, Igea debería medir más sus palabras, no sea que se vea obligado a tragárselas.

Sin embargo, el verdadero fango político en tiempos electorales no está en las palabras, sino en la utilización torticera y nauseabunda de la justicia por parte de determinados partidos políticos, sobre todo por parte del PSOE. Fue el actual presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, el que dijo: “¿La Fiscalía de quién depende?, pues ya está...”

Pero está claro que a Pedro Sánchez le interesa Castilla y León lo justo y necesario. Sabe que aquí tiene poco que rascar para seguir en el cargo, que los ciudadanos están hasta el moño de sus políticas de subidas de impuestos, de que sus ministros dejen en evidencia a los ganaderos de Castilla y León y no los desautorice, de que le haga la vida imposible a los autónomos o de que se le llene la boca con la España vaciada, pero no haga otra cosa que poner zancadillas para que la gente continúe emigrando a las grandes ciudades.

Castilla y León, lo siento por el líder Tudanca, no está en el mapa de prioridades de La Moncloa. La prueba es que, en plena precampaña electoral y con las víctimas que ha dejado el terrorismo en esta tierra, el Ministerio del Interior aprobó ayer el acercamiento a cárceles del País Vasco de otros siete presos de ETA, cuatro de ellos con delitos de sangre. Difícil se lo pone a los socialistas de aquí.

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