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Por momentos parece como si el PSOE hubiera dado ya por perdida la plaza de Salamanca y sus dirigentes actúan como si no estuvieran dispuestos a hacer el mínimo esfuerzo para recuperar terreno en las elecciones municipales de mayo próximo.

Solo así se entiende el empecinamiento del Gobierno sanchista en no recuperar la cuarta frecuencia del Alvia a Madrid. El ministerio de Fomento que preside la socialista Raquel Sánchez lleva un año engañando a los salmantinos de la manera más torpe y descarada. Primero pusieron la excusa de que no había pasajeros suficientes. Después dijeron que hasta el pasado mes de julio no tendrían maquinistas formados para asumir la conducción del tren rápido que, recordemos, ya funcionaba antes de la pandemia. Y ahora que se supone que ya hay maquinistas, resulta que otra vez no hay pasajeros suficientes como para reinstaurar el servicio.

Lo de los viajeros es mentira. Los trenes van llenos desde hace semanas, y lo sabe el Renfe, lo sabe el Ministerio y lo sabe todo el Gobierno socialcomunista, pero una vez más aplican el truco del almendruco y para ello se basan en los datos ¡de mayo! con los que justifica este nuevo desprecio a Salamanca. Están tan acostumbrados a engañar a los ciudadanos que ni se les ocurre pensar que alguien se dará cuenta de sus trampas.

Uno puede entender que Sánchez y su pelotón de ministros hayan decidido enterrar a esta provincia en el olvido presupuestario y que durante los cuatro años que llevan en el poder hayan decidido invertir a manos llenas en otros territorios donde les resulta más rentable electoralmente o donde necesitan los votos de los nacionalistas y separatistas para seguir ‘okupando’ la Moncloa. Cuando este Gobierno se acuerda de Castilla y León, que no ocurre a menudo, dirige sus esfuerzos casi siempre a Valladolid, León o Burgos, donde cuenta con alcaldes socialistas y todavía aspira a mantener los ayuntamientos. Salamanca para el sanchismo es territorio comanche.

Incluso así, no se entiende la cerrazón, el empecinamiento con el cuarto Alvia, que es el chocolate del loro para Renfe, cuyas cuentas no se van a deteriorar más de lo que están por una frecuencia cuya necesidad es un clamor en Salamanca (la compañía ferroviaria perdió el año pasado 350 millones de euros a pagar entre todos los españoles, incluidos por supuesto los salmantinos). En ese clamor que une a toda la sociedad de esta provincia se incluye también la voz de los socialistas liderados por David Serrada, pero no parece que ninguno de ellos tenga voz y peso en Ferraz. De esta forma, si Sánchez y sus socios comunistas quieren hundir las expectativas del PSOE en Salamanca, están en el mejor camino para conseguir sus objetivos.

Algo parecido ocurre con Vox. Esa parte del Gobierno regional que lidera Juan García-Gallardo está haciendo todo lo posible para que los salmantinos no les voten. Esa estrategia de dejar sin argumentos a los candidatos verdes a las alcaldías la está liderando el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, empeñado en ningunear a esta provincia en todos los proyectos que antes contaban con el apoyo de la Junta, desde el Facyl a los festivales del Siglo de Oro y de ajedrez. Ni un euro para Salamanca es la consigna, que si no cambia de aquí a las elecciones, logrará cabrear a buena parte de su electorado.

Y no es que la parte popular de la Junta se esté volcando con esta provincia. Quizás Alfonso Fernández Mañueco piensa que no le hace falta, a la vista de los continuos errores de sus competidores. Desde que llegó al Colegio de la Asunción, el Ejecutivo presidido por el salmantino se ha volcado en terminar e inaugurar el nuevo Hospital, que fue también la única gran inversión en las últimas legislaturas de su antecesor, y poco más. De compensar todo lo que dejó de invertir Juan Vicente Herrera en la provincia, nada de nada. Ya veremos si es verdad que no le hace falta.

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