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El día de las escritoras

Martes, 18 de octubre 2022, 05:00

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El día de las escritoras me pilla escribiendo. Desde mis 13 años, cuento pocos días en los que no haya escrito algo. La página de un diario, un artículo, el capítulo de una novela, uno de un ensayo... Escribir es tan consustancial a mí como la sonrisa. Y mi sueño de escribir, también el tormento de no acabar nunca de corregir lo escrito.

“Los escritores no abandonamos las novelas, nos abandonan ellas a nosotros”, decía García Márquez. Y menos mal, porque si no, jamás las daríamos por concluidas. Escribo con la intensidad que para mí requiere la escritura (la diferencia entre lo que es literatura y lo que no lo es, es la que hay, según el Premio Nobel Naipaul, entre la carta que le escribe un chico a su novia un día cualquiera y la que le escribe el día antes de ser ajusticiado) y dejándome las tripas en cada renglón. Y aun poniendo el alma en cada texto, nunca me siento completamente satisfecha de lo escrito, no sé si por el hecho de ser escritora, o por el de ser mujer, que redunda las inevitables inseguridades creativas. Raro sería lo contrario, habida cuenta de que, desde que las mujeres comenzamos a escribir, nos encontramos con toda suerte de trabas.

Al principio, ni se nos permitía hacerlo si no firmábamos con nombre masculino. Así rubricaron sus obras las hermanas Brönte (Emily, Anne y Charlotte como Ellis, Acton y Currer Bell), Colette (que fue suplantada por su marido) May Ann Evans (George Eliot), Aurore Dupin (George Sand) o Cecilia Böhl de Faber (Fernán Caballero), entre tantas mujeres cuyos nombres siempre serán invisibles. Escribo estas líneas, recién llegada del Premio Planeta más femenino (Luz Gabás, ganadora y Cristina Campos, finalista) y feliz de que algunas maravillosas escritoras encuentren sitio en la cima de las letras; pero eso no me evita la rabia que me provocan los prejuicios que aún existen contra la literatura femenina (que es tan literatura y tan buena o tan mala como la masculina), que impiden a tantos hombres leerla y llevan a muchas mujeres a rechazarla.

Es curioso que, aunque las estadísticas demuestren que las mujeres leemos más que los hombres (sobre todo ficción), las grandes listas de éxitos estén copados por ellos. También lo están los premios de los festivales de prestigio. Y por supuesto, los cargos ejecutivos de la industria editorial. Ahora las escritoras no tenemos que contentarnos con firmar con un “By a lady”, como Jane Austen, pero aún miran con recelo nuestros libros por el hecho de ser mujeres. Y no solo los hombres.

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