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El siglo XX ha dejado en evidencia a España: somos un país de catetos o, para ser preciso, nos han convertido de manera criminal en un país de catetos. Ahí tienen la secuencia: primero un Gobierno asesino como el del sociópata Zapatero, después otro pusilánime (la marca del PP) como el de Rajoy, y ahora uno monstruoso e indigno como el de Frankenstein Sánchez. Y lo que nos queda por ver. Y por sufrir. Y por llorar. Si a esos gobiernos, borrachos de irresponsabilidad y con el atrevimiento que da la ignorancia, les añadimos veinte años expuestos a radiación nuclear con telebasura en sesión continua, ahí tienen la España del 2020, a los españoles del 2020: puro detritus. Lo de menos es el coronavirus, pobrecito.

Lo que está ocurriendo en Españistán hoy, ahora mismo, es un puro disparate: nada menos que el exterminio de una nación entera, ¡y qué nación! Y todos como borregos ante el televisor, esperando la ayuda, cualquier ayuda, que nos lleve en paz y en silencio hasta la tumba. Se acabó el individuo, se acabó el pensar, se acabó la ambición, se acabó el criterio.

Españistán no es más que un reflejo de individuos como Sánchez, como Iglesias, como Simón, como Rufián, ¡qué asco!; un país de Igeas, locos por destruirnos con sus complejos. Más: un país de Oteguis, de Echeniques, de Monteros y Marotos, de Pujoles Impunes S.A., de Riveras (menudo águila, el tontín), de lanzadores de huesos de aceituna...

Tenemos de todo menos vergüenza; un país, Expaña, masacrado por la dictadura de las cuotas: la cuota del tonto, del inválido, del homosexual (puntúa doble con pluma), del negrito y de las mujeres “marcadas” con etiqueta de mujer. Aquí vale todo, cuanto más burdo y disparatado, mejor. Qué razón tenía Alfonso Guerra: a España no la iba a reconocer ni la madre que la parió.

Ya ven, Guerra, ahora reconvertido en “facha” según los que asaltaron el PSOE en un “Peugeot”, los mismos que han convertido España en Españistán, un campo de batalla contra la democracia y contra la inteligencia. ¡Viva el odio!, se escucha en el botellón de Moncloa.

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