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El apogeo de los ‘jetagratis’

Miércoles, 21 de septiembre 2022, 05:00

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No sé si conocen el caso de los ‘vagones fantasma’ que estos días recorren las vías del tren de esta y otras muchas provincias. Se lo resumo: desde que los billetes de tren de media distancia salen gratis a todos los que tienen abonos de Renfe, muchos son los que deciden reservar hasta cuatro plazas el mismo día, en diferentes horarios, bloqueando esos asientos para el resto de usuarios.

Al final, aunque ese viajero solo realiza un trayecto, ocupa cuatro plazas, que son las que permite reservar la página web de Renfe. Añadimos a esto que, en otra estación de esa misma línea, alguien se queda sin poder coger un tren pese a que, físicamente, quedan asientos vacíos.

Es el ejemplo más evidente del ‘jetagratis’, una nueva especie invasora de la fauna humana que va colonizando esta sociedad amancebada. Alguien a quien no le importa gastar recursos públicos y perjudicar a otros ciudadanos solo porque no le sale del ciruelo decidir el tren que va a coger. Así de simple y así de indignante.

Ante la deriva ‘apesebrante’ de las administraciones, que se abonan al todo gratis como si el dinero no saliera del bolsillo de los ciudadanos, hay ciertos especímenes que son verdaderos virtuosos en dilapidar lo ajeno.

Siempre existieron los que aguantaban colas kilométricas para comer un plato de arroz sin pasar por caja, algo lícito e incluso apañado para los que andaban justo de recursos. El problema es que, ahora, algunos dejan el plato medio lleno, con la cabeza del langostino sin chupar. Tirado en cualquier sitio de cualquier manera. Y no descartes que no repitan la operación.

Estos ‘jetagratis’ no le dedican ni uno solo de sus gorroneros segundos a pensar quién paga eso, quién lo cocinó y, cómo no, quién tiene que limpiarlo. Individualismo trufado de egoísmo que tristemente gana terreno en una sociedad española a la que cada día es más difícil reconocer. Una dinámica que alcanza su cénit cuando además se presume de ello en las redes sociales.

Y uno, que se va haciendo mayor pero no tanto, empieza a coger un complejo de abuelo cebolleta de órdago a la grande, y se siente tentado a suscribir eso de que ‘esto no hay quien lo arregle’.

Pero resistiendo esa tentación, veo como muchas familias educan a sus hijos en el respeto por el trabajo de los demás, en la gratitud por el esfuerzo ajeno. Y recobro mi versión más optimista, vaticinando incluso que, algún día, a todos estos ‘jetagratis’, el karma, o lo que sea, les devolverá todo ese egoísmo.

Que a los caraduras les vaya muy bien es un peligroso síntoma para una sociedad a la que se le llena la boca hablando de igualdad, equidad, solidaridad...

Yo, de entrada, he decidido no callarme según qué cosas. Así que si son de los que viajan en el tren después de reservar cuatro plazas diferentes solo porque son gratuitas, mejor que no les toque en el asiento de al lado.

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