De San Miguel a Santo Tomás
Escribo estas líneas en la tarde del día de San Miguel y se publican el 30 de septiembre. Estamos ante dos fechas muy señaladas en ... el campo y en nuestros pueblos. Antaño, el 29 de septiembre suponía el comienzo el final de la temporada o el año agrario. Lo ilustro con un ejemplo: por mi tierra existía la costumbre de lo que se llamaba “hacer San Miguel”.
Con esta expresión se indicaba que una persona que trabajaba en lo que hoy sería régimen por cuenta ajena, en casa de un labrador más fuerte, dejaba de estar al servicio de este último y se empleaba con otro, hasta la misma fecha del año siguiente o de los posteriores. Lo mismo sucedía en el caso de los ganaderos con los pastores.
En eso consistía “hacer san Miguel”, tradición que con las nuevas formas de contratación se ha perdido. Pero no por ello deja de ser una fecha señalada en el campo. Lo mismo que hoy, día 30, cuando finaliza el año hidrológico. Y lo hace con las reservas de agua bajo mínimos y, lo que es peor, el nuevo comienza sin que haya previsiones de lluvias generalizadas a corto plazo.
Y, ¿qué se puede entender por a corto plazo? Pues, a estos efectos, podríamos decir que un par de semanas, aunque con el transcurrir de los días esos pronósticos se hacen menos fiables.
No obstante, esto del corto plazo es muy relativo. Por ejemplo, en política, y según el método Romanones, “nunca jamás es hasta mañana” o “cuando digo jamás, siempre me refiero al momento presente”; el fallecido Rubalcaba, por su parte, modernizó la expresión y decía algo así como que una afirmación política valía hasta el siguiente telediario, en el mejor de los casos. Por ejemplo, cuando un político, en este caso socialista, dice que no va a bajar los impuestos, sino que los subirá, puede que la validez de la afirmación dure tan solo unas horas, o unos días, como sucede en estos momentos. Basta con repasar las declaraciones de las últimas jornadas para comprobar que casi todos los mandamases se han apuntado a la noble tarea de bajar los impuestos para la mayoría y concentrar los incrementos en los más ricos.
Inició este camino, el de las bajadas de impuestos, Isabel Díaz Ayuso y poco a poco se sumaron otros barones del PP, como el andaluz, e incluso Feijóo, que ha planteado iniciativas en este sentido. Mientras tanto, desde el Gobierno socialista llovieron críticas y más críticas a los populares, que, en aplicación de la doctrina Romanones y Rubalcaba, han durado unos pocos telediarios, hasta que el valenciano Puig anunció sus propias rebajas fiscales. Y es que se aproximan elecciones municipales, parte de las autonómicas y, después, las generales, y muchos ven peligrar sus sillones. Claro que una cosa son los anuncios y otra los hechos. Por eso, yo, como Santo Tomás, hasta que no lo vea no lo creeré. Amén.
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