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Esgrime Elvira Sastre: “Todos los caminos son de huida y vuelta”. Y hay dos recientes hechos que dan vigencia a su aforismo.

Uno, el espot Salamanca, tu viaje de vuelta. Enmarcado en una campaña con la que el Ayuntamiento pretende reactivar el turismo y la economía, y protagonizado por Vicente del Bosque: “El deporte, como la vida, casi siempre nos da una segunda oportunidad”, apunta el exseleccionador. De hecho, los buenos regresos nunca implican cierre, sino apertura a un nuevo trayecto. Por algo así debió escribir Saramago que “el fin de un viaje es solo el inicio de otro”.

Y en relación a la huida, la crisis migratoria desencadenada en Ceuta. La tiranía marroquí volvía a evidenciar cuánto le importan sus gentes: nada. Miles de personas (con bebés, niños y adolescentes) eran de nuevo instrumentalizadas por un sátrapa carente de escrúpulos. Huyeron con ese equipaje que configuran el hambre, la persecución y el anhelo de alcanzar Europa.

Ahí se ubica la icónica imagen del abrazo entre el senegalés Abdou y la voluntaria de Cruz Roja Luna Reyes. Cuando Abdou y su hermano supieron que el reino alauita abría sus fronteras, caminaron buena parte de la tarde y toda la noche, afrontando a nado el último tramo. En ese empeño (“Buscando visa para un sueño”, cantaba Juan Luis Guerra), el hermano de Abdou llegó tan exhausto, que acabó inconsciente. Abdou vio que no reaccionaba y, temiendo lo peor, rompió a llorar de desesperación. Luna entonces le tendió su acogida, y él señala que jamás podrá olvidar su gesto: “No entiendo por qué la han atacado. Ella solo hizo su trabajo. Me consoló. Me reconfortó. Fue un gesto humano”.

Ante los múltiples ataques recibidos, Luna tuvo que cerrar sus redes. Insultos e improperios lanzados desde el anonimato... y desde perfiles bien conocidos. Activistas mediáticas tipo Cristina Seguí quisieron dejar su mezquina aportación: “Oenegista abrazando a un ilegal tras pasar 4 min en las gélidas aguas mediterráneas, y él aprovechando la turgencia de sus senos”. Y políticos con cargo público, como Hermann Tertsch, cuyo sueldazo de europarlamentario le permite no escatimar en podredumbre: “La víctima y la salvadora o el abusador y la idiota”.

Kavafis nos enseñó que la importancia de Ítaca residía en el viaje, no tanto en el destino. Y el donostiarra Karmelo Iribarren, quizá por algo parecido, nos habla de una felicidad que se aguarda. Se alcanza cuando no es (siendo solo un por llegar); y cuando es (al haber llegado), ya comienza a disiparse: “Viajar en tren/ con la vista/ en el paisaje/ deseando/ no llegar todavía/ a tu lugar de destino/ para que la felicidad/ no empiece/ a terminarse...”.

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