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Falta poco más de una semana para que España celebre las cuartas elecciones en cuatro años. Dice la numerología que el cuatro conecta con el logro de metas importantes, el ingenio para la organización, la habilidad administrativa, la actuación en el marco de la legalidad y el desempeño de responsabilidades en las más altas esferas. La cita promete, aunque prefiero esperar a ver si se cumple la cábala. Si después de todo volvemos al lugar del que partimos, habrá que hacer un buen pedido de orejas de burro para unos cuantos.

Lo malo es que ya nos hemos acostumbrado a vivir sumergidos en una campaña electoral permanente. Los políticos salen al mercado a ofrecer su producto y los clientes debemos permanecer alerta porque, como ya se sabe, en cuanto nos descuidemos nos pueden dar gato por liebre. Y de liebres quería yo hablar; o de conejos, esos que los líderes pretenden sacar de la chistera para convencernos de que su producto lava más blanco. Lo que ocurre es que ninguno parece que sea especialista en bichos, y cabe la posibilidad de que al alevín de estadista de turno, en lugar de un conejo, le salga una pantera.

Decía Sabina que las niñas ya no quieren ser princesas. Los nuevos políticos ya no perpetran ingenuidades como besar niños de votantes a discreción. Ahora entablan campañas sucias y campañas negras —dicen los especialistas que no es lo mismo—, apuran al límite el uso de las redes y deslizan sofisticados mensajes dirigidos por profesionales de la sociología de masas. Nunca el elector tuvo tanta información ni, a la vez, estuvo tan confuso... o tan seguro, que aún es peor. Pero los ánimos están muy caldeados y el candado del zoológico anda flojo. Se juega en un terreno pantanoso y pareciera que todas las estrategias están diseñadas para un escenario de normalidad, que no es precisamente el presente.

Hasta cinco días antes de acudir a las urnas se publicarán sondeos sobre la intención de voto. La receta con la que se cocinen será siempre objeto de controversia, pero, en todo caso, los resultados saldrán del horno a partir del cálculo de una situación que puede ser distinta a la que se dé el propio día de las votaciones. Conejos y panteras. Tengamos el cuerpo preparado por si toca vivir emociones fuertes.

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