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Los resultados que la pandemia ha producido en España ponen los pelos de punta (el número de muertos en relación con el total de la población es el mayor del mundo). Las causas principales están ya claras y están ligadas: a) el retraso en tomar medidas; b) un déficit brutal en medios de defensa, desde prendas protectoras (el número de sanitarios infectados y fallecidos ha sido tan triste como escandaloso) a los test (la compra de test falsos en China a través de una empresa española cuyo nombre se tapa sería de risa si no fuera trágica).
Hace unos días, el empresario Antonio García Marcos escribió: “¿Cómo es posible que la única estrategia haya sido confinar casi al 100% de la población, con las consecuencias económicas que estamos viendo, y hablar de la curva a todas horas?”.
¿Qué hacen encerrados quienes no pueden infectar a nadie por estar sanos? Enciérrese sólo a los que pueden infectar (para determinar quiénes están infectados con síntomas o asintomáticos están los test) y a los que mayor probabilidad de morir tienen (los mayores de 65 años).
El 8 de marzo, cuando el virus ya estaba aquí, se celebraron en varias capitales españolas masivas manifestaciones feministas (¡“El machismo mata más que el coronavirus”!, gritaron. ¿Por qué se consintió semejante barbaridad?
En mi opinión, tan descomunal despropósito es el resultado de la colonización que vienen sufriendo los dos partidos hoy en el Gobierno por parte de movimientos identitarios (feminismo, nacionalismo...), de suerte que los intereses políticos de estos últimos se colocan siempre por encima de los intereses generales. Aquellos ministros que sabían lo que las manifestaciones traerían consigo no se atrevieron a pararlo. Fueron unos cobardes.
Por otra parte, no hay duda de que para resolver cualquier problema –y más si el problema es complejo- es preciso rodearse de equipos competentes, cosa que el Gobierno no ha querido hacer, prefiriendo siempre la fidelidad frente al conocimiento y la profesionalidad.
Hace ya mucho tiempo que es preciso cambiar el rumbo. ¿Será esto posible? Desde luego, un gran acuerdo nacional donde estén presentes quienes estuvieron a favor de Sánchez en la investidura (UP, ERC, HB, Bildu...) parece más milagroso que realizable. Claro que Sánchez podría cambiar de caballo y juntarse con los partidos constitucionalistas para enfrentar con éxito el futuro, pero ningún analista de los muchos que yo leo lo cree posible.
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