¡Cofrades a la calle!
Ya se nota un cierto olor a primavera que la sangre altera, según reza el dicho popular. Lo mismo acontece con la Semana Santa. Ya ... se nota una cierta brisa semanasantera que también la sangre altera. Hace unos días me llegó por whatsapp un ‘sticker’ con unos capirotes y la frase “¡cofrades a la calle!”, y así es, ya se ve y se intuye un movimiento de portadores del capirote, deseosos de que llegue el ansiado día y poder lucir de manera solemne la imagen de la correspondiente Cofradía o Hermandad.
Muchos de los hermanos ocultarán su cabeza y su rostro bajo el capirote y el capuz, algo que poco tiene que ver con el tonto del capirote nacido en época de la Inquisición. Ahora bien, ya me gustaría a mí que todo cofrade, con capirote o sin él, estuviera todo el año presente en la calle. No cargando con la imagen de turno, pero si poniendo de manifiesto su compromiso con esa Fe que tan dentro lleva y hace visible de un modo especial durante la Semana Santa, o más bien durante la salida de su hermandad, bajo el capirote y tras el capuz acompañando a su imagen del alma. Lo digo con todo el cariño, la ilusión y la esperanza de que algún día esto sea realidad.
De lo contrario, con pena y dolor, la Semana Santa no desaparecerá aunque muchos lo deseen, pero las procesiones pasarán a mejor vida o en el mejor de los casos se pagará a los costaleros, como desgraciadamente acontece ya en algunos lugares de España. Hablo con conocimiento de causa tras ver el lamentable espectáculo del ansioso reparto tras la entrega del dinero apenas finalizada una procesión.
No sé si eso, como otras muchas cosas, se puede asociar a aquel momento de ira divina o cabreo humano del Señor, cuando sintió el dolor de ver la casa de su Padre convertida en cueva de ladrones. Llamo a la reflexión y al cuestionamiento personal de quienes con Fe, emoción y devoción salimos en procesión, no simplemente a pasear o lucir una imagen, sino a algo más. No se trata de una simple puesta en escena y hemos de ser conscientes de ello, porque salir hay que salir, pero salir “pa na” es tontería.
Son muchos los detractores de la Semana Santa en la calle y muchos más los indiferentes, incultos e ignorantes, no lo digo como insulto, Dios me libre, lo digo como diagnóstico. Es por ello que quienes creemos, sentimos y vivimos las procesiones hemos de ser los primeros en tratar de poner orden y concierto, pero sobre todo de dar sentido a todo ello. Comenzando por nosotros mismos y nuestra hermandad, dejando no en el recuerdo sino en el olvido todo aquello que entorpece, distrae y empobrece algo tan especial, tan auténtico y tan nuestro como es la Semana Santa y lo que ello conlleva en todos los ámbitos, sin olvidar ninguno y comenzando por el de la Fe. Cofrades a la calle y en la calle, pero no sólo de cuerpo presente si no con verdadero espíritu fraterno, con ansia de superación y mejora, dejando de competir y tratando de hacer equipo. Salamanca se merece mucho más que una simple Semana Santa de Interés Turístico Internacional.
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