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Se conocen varias canciones de cuna de don Miguel de Unamuno, siendo la más célebre la que dedicó a su primer nieto Miguel, que comienza con: “La media luna es una cuna, / ¿y quién la briza?...”

Otras conocidas son: “Canción de cuna al niño enfermo”, “El coco caballero” de 46 versos, publicada en “Albores” en 1901, “Mi Niño” de 43 versos y una canción de cuna en la novela “Amor y Pedagogía” de 1902.

Menos trascendente es una canción de cuna escrita para el fin de curso del Ateneo salmantino en 1917, a la que puso música el maestro Dámaso Ledesma, siendo Unamuno, Presidente y Ledesma, Tesorero de la Institución. El acto se celebró el 31 de mayo en el Paraninfo de la Universidad salmantina, presidido por el obispo Alcolea, tras una conferencia impartida por el catedrático y crítico don Rogelio Villar, sobre “El sentimiento nacional en la música popular española”, ilustrada con varias canciones leonesas que interpretó al piano.

Se ejecutaron varias obras inéditas del maestro Ledesma inspiradas en la música popular salmantina: 1º.- “Me casó mi madre”, romance al piano sólo. 2º.- “Canción de cuna”, letra de Unamuno. 3º.- “Las mozas de Porqueriza”, fandango.

La “Canción de cuna” para el crítico de “El Adelanto”: “constituyó una página musical rebosante de ternura e introspección cantada magistralmente por la señorita Petra Población, voz de exquisito timbre y, la delicadeza y galanura que puso en su interpretación, entre entusiásticas ovaciones, que se repitieron al bisar el número y al cantar el fandango charro”.

No fue tan benévola la crítica de “El Salmantino” a quien no le caía demasiado bien don Miguel y que dijo: “La encantadora “Canción de cuna” tan soñadora y graciosa, tan finamente sentida, tan modernamente armonizada y dicha por la señorita Población, con emoción y delicadeza admirables, nos adormecieron a toda impresión extraña y llegó su mágico encanto hasta reconciliarnos con la letrilla fútil e intrascendente, impropia (si algo puede ser impropio) del versátil Unamuno”.

Esta “Canción de cuna” volvió a interpretarse el 15 de marzo de 1943, por la Coral Salmantina y la Orquesta Sinfónica de Salamanca, dirigidas por el maestro Bernardo García Bernalt, en el teatro Liceo, con motivo de la entrega al Trío Castilla del segundo premio nacional de Música de Cámara. Previamente sonó O vos Omnes de Victoria y después el Lied de Mendelshon, el final de “Tannhaüsser” y la jota de “La Dolores” de Bretón.

Antes la Orquesta de Cámara interpretó el Trío número uno de Schubert y dirigida por el maestro Gombáu la Orquesta Sinfónica ejecutó la Cuarta sinfonía de Beethoven y su Andante Alla romántica, sustituyéndole al piano su discípula salmantina Carmen Montero.

Componían el trío los maestros Antonio Arias-Gago Marino, zamorano, violín, profesor entre 1935 y 1944 del Conservatorio salmantino, Lorenzo Puga, violoncello y el salmantino Gerardo Gombáu, piano.

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