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¿Cambio de marineros o cambio de rumbo?

Domingo, 18 de julio 2021, 05:00

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Algunos ceses que decidió Pedro Sánchez la semana pasada huelen a chamusquina, es decir, a quemado. En efecto, José Luis Ábalos y Carmen Calvo están abrasados, pero por decisiones que les han hecho tomar quien ahora los ha cesado. ¿Pretende Sánchez que estos sacrificados se lleven consigo todo el desgaste electoral que vienen provocando las estrategias del sanchismo? En este sentido, el mayor desprecio se lo ha hecho a Juan Carlos Campo. Lo que ha le ha hecho a su Ministro de Justicia es un desprecio semejante al que Florentino Pérez le ha hecho a Iker Casillas, Raúl González o Vicente del Bosque.

Campo, que es juez, llegó al Ministerio para, en primer lugar, conseguir renovar el Consejo General del Poder Judicial, y es cesado tras preparar los indultos para los golpistas catalanes. Según se ha escrito, Sánchez no le ofreció explicación alguna ni le ofreció ninguna salida que no fuera la de reingresar en la Audiencia Nacional. Pero al volver quemado, su reingreso judicial no le será fácil. “Lo han utilizado como un clínex”, han dicho en su entorno.

Se duda que este cambio en la marinería vaya acompañado por un cambio de rumbo. ¿Y cuál ha sido el rumbo hasta el momento? El rumbo de Sánchez ha tenido dos componentes principales: 1) buscar el enfrentamiento izquierda-derecha y 2) “arreglar” el contencioso catalán.

Las ley Celaá, la ley de Eutanasia, la non nata ley de Memoria democrática, la ley de “sólo sí es sí”, etc., etc., sólo buscan huir del consenso y volver a los años treinta y a la II República, que fue tan fallida como la primera, sólo que la Segunda acabó en una guerra civil que produjo la mayor tragedia de la larga Historia de España. Mas parece que esta demagogia fratricida ya no cuela en el electorado español y ahí están los pésimos resultados obtenidos por Sánchez en Madrid el pasado 4 de mayo, tras una campaña que Sánchez presentó como un enfrentamiento entre demócratas (los nuestros) y fascistas (PP y Vox).

En cuanto a la política de “diálogo y concordia” que quiere Sánchez poner en marcha con vistas a arreglar el disparate de los separatistas catalanes, ¿qué decir? Que parece misión imposible y además tanto los constitucionalistas catalanes como el resto de los españoles vemos esa operación como una auténtica bajada de pantalones.

Claro que siempre es posible que Sánchez cambie de rumbo y se baje del enfrentamiento izquierda-derecha y se ate los machos frente a los separatistas... y que usted, amable lector, lo vea. Pero me cuesta mucho creer que eso vaya a ocurrir.

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