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Juan Vidal Vidal nace en Elda (Alicante) el 22 de julio de 1891, hijo de Juan y Francisca, se casa con Ana González Grau y tienen su domicilio en la plazuela de la Reina, nº 3. El viernes 5 de enero de 1934 inicia las ventas en una tienda de calzado a la que denomina “El Cañón”, situada en el Pozo Amarillo, números 10 y 12, en una edificación que había sufrido un voraz incendio el 30 de diciembre 1926. Fue reconstruido el edificio y el 4 de julio de 1928 abre una sucursal con el nombre de “San Juan de Sahagún” Siro Gay, que tenía la tienda principal en la Plaza Mayor. El negocio no da el resultado que se esperaba y cierra, instalándose el 9 de setiembre de 1930 una sucursal de la madrileña zapatería “El Pelícano”. El martes 19 de febrero de 1935 calzados “El Cañón” abre una sucursal en Ciudad Rodrigo en la calle Madrid, número 19.

Hizo alarde de publicidad en todos los medios: cuñas radiofónicas, filminas en los cines, vallas publicitarias de las obras, cartelería de mano y paseó dos gigantones por Salamanca, para regocijo de la chiquillería, emulando al solitario que anunciaba el producto sanitaro “Sanotal”. Los gigantones fueron obra del pintor bohemio Antonio Moreno, hermano de los célebres ventrílocuos Felipe y “don Wences”, en el taller que tenía en Bientocadas, 1, donde pintaba los enormes cartelones que adornaban la fachada de los cines salmantinos. El eslogan que marcó una época era: “Calzados el Cañón. Zapatos a cañonazos”.

Se producían delante de la tienda aglomeraciones de público que hacían necesaria la intervención de la Guardia Municipal para poner orden. Juan Vidal viajaba con frecuencia a París para conocer de primera mano las tendencias de la moda en las creaciones de madame Elsa Schiaparelli, Callot, Cocó Chanel, Mirande, Peraro, Jacques Doucet, Jeanne Paquín o Paul Poiret.

Con sus “quincenas del duro” llegaba a las clases populares, obreros, oficinistas, familias numerosas. El milagro de precios tan baratos consistía en la supresión de intermediarios y la reducción de utilidades para conseguir grandes ventas; en definitiva: muchos pocos. Dada su condición de fabricante confeccionaba hormas para pies defectuosos, lo que hacía incrementar su clientela.

El Ayuntamiento salmantino le otorgó la concesión del aprovisionamiento de calzado para la Guardia Municipal y la Cooperativa de Ferroviarios del Oeste de España le nombró su Proveedor oficial.

Tuvo durante muchos años toda la paquetería de su gran negocio en la Cuesta del Carmen, junto a las escaleras exteriores de acceso a las localidades altas del teatro Moderno, donde había estado el salón de baile “La Gruta del Amor” (mencionado por Unamuno en 1935: En el baile, obrerillos, estudiantillos, horteras, costurerillas, mecanógrafas, criadas de servicio...), cuya gerencia corrió a cargo de Cruz Andrés Hernández, al igual que el más célebre salón de baile salmantino “El Estambul”, situado en la otra esquina de la Cuesta.

Habla también del salón de baile una “Quisicosa”: Cogen ese aparatito / en “La Gruta del Amor” / que es un baile muy bonito / de aquí y de mucho sabor, / y más de una costurera, / del “sin hilo”, con postín / se nos marca una habanera / o se baila un garrotín. Perteneció a la logia masónica Helmántica nº 22, fundada en 1933 por el pastor evangélico Atilano Coco y llevó el nombre simbólico de “Elda”. Ingresó varias veces en la cárcel por motivos políticos. El 21 de setiembre de 1936, por posesión de una emisora clandestina, el 1 de abril de 1937 por acumulación de moneda siendo sometido a Consejo de Guerra y el 20 de julio de 1946 por auxilio a la rebelión e insultos a la fuerza pública.

Fallece el 16 de abril de 1966 y junto a su esposa, que había muerto el 9 de abril de 1959, es enterrado en la zona uno, galería de san Sebastián, número 066.

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