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El adjetivo benemérito, en masculino, significa “digno de galardón”. En femenino es la Guardia Civil, del latín bene meritus, “que se ha portado bien”. En este caso se ha comportado extraordinariamente bien durante 175 años. Los españoles en las encuestas le dan un notable alto, frente al suspenso —¡bajo cero!—, de políticos y partidos. Bueno, pues Pedro Sánchez les manda que eviten críticas al Gobierno (¡), que custodien la mansión del Marqués de Galapagar, que le filtren indagaciones ordenadas judicialmente... y si no, ¡puerta! Pero hay destituciones que honran, como la que perpetró el lunes el ministro y juez Marlaska de un hombre cuya divisa, como la de todo el Cuerpo, es el honor: el coronel López de los Cobos. Su testimonio ya influyó en el encarcelamiento de los golpistas catalanes, actuales socios de Pedro Sánchez, que le habrán exigido el cese. Y su negativa a filtraciones ilícitas, respalda a la juez que ha imputado al Ministro de Sanidad y al delegado del Gobierno en Madrid, por el desdichado 8 de marzo “feminista”, origen indiscutible de muchos contagios y causa de muchas muertes. Imperdonable conducta del Gobierno socio-comunista, y dignísimo, benemérito proceder del coronel relevado.

Ha sido tan grosero el cese, que ha desencadenado no solo la honorable dimisión del General Ceña, número dos del Cuerpo, sino que se hayan revuelto los cuarteles y las conciencias de todos los miembros de la Benemérita y los españoles de bien, los que agradecemos conductas tan coherentes, frente a pretensiones políticas tan abyectas. Y para aminorar la sacudida moral, el estrago ético producido por el cese, al Gobierno sólo se le ocurre ¡subirles el sueldo! ¿Tapar la boca, entoñar el honor de los Guardias con dinero? ¡Cuán equivocados están! La pandilla que nos desgobierna cree que eso del honor acabó hace siglos en Zalamea, que ya no existen Pedros Crespos, que es una antigualla calderoniana. Espero que este proceder de Marlaska y sus compadres sea un clavo mas en el ataúd del Gobierno.

(Dedico esta dolorida columna a mi nieto Adrián, alias Júrjules, hijo y nieto de Guardias Civiles. Una noche que se iba el miércoles y llegaba el jueves, siendo un pispajo, le dije calla, que no sabes ni que día es. Él, vivaracho, acuñó el feliz neologismo: “¡Júrjules!”)

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