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Arte sanador y salvador

Viernes, 28 de junio 2019, 05:00

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Suena el teléfono. El párroco de Vera, en Almería, se queda loco cuando oye al otro lado al papa Francisco. Llama para interesarse por su proyecto. Se dedica el joven sacerdote a restaurar el patrimonio cultural y artístico de la zona con un grupo de personas que no acababan de encajar en el pueblo. El padre Carlos Fortea, desde España, le contó al padre Jorge, en Roma, de qué iba su Fundación Artcupa en quince minutos al teléfono. No hace mucho que se han encontrado en la casa de Santa Marta para charlar con más calma sobre sanar y salvar a personas a través del arte y la cultura.

Llamo a Vitoria. Me dice que no use su nombre real, que le gustaría llamarse Lotus. Es de Mongolia y en dos meses hará tres años que llegó a nuestro país como refugiada. Lotus era una empresaria de éxito en Mongolia. Llegó sin nada y con su hijo de cinco años. En Vitoria decidió empezar una nueva vida dedicándose a aquello que siempre había querido y no pudo. Y ha empezado a pintar. Ha pintado su vida y la de otras mujeres maltratadas para su primera exposición. Está pintando un mural en uno de los barrios vitorianos sobre la necesaria y enriquecedora convivencia entre distintas culturas. Y antes de despedirse me confirma lo que ya intuía: “El arte ha sido mi terapia, el arte me ha sanado”.

En un programa de la tele entrevistan al ministro de Educación portugués. Habla en español. Explica que tienen un pacto de Estado y que han aumentado los presupuestos para convertirse en una referencia europea y mundial en la formación de sus ciudadanos. Mientras domino la envidia el entrevistador le pregunta por el futuro lleno de robots y máquinas que no necesitarán gente tan preparada. Y el ministro, independiente, experto en la materia y con una visión clara de lo que está por venir se descuelga: “El arte y la creatividad nunca podrán ser sustituidos por robots, ahí tenemos que poner el acento en la educación”.

Los Calisos. Es el mote de mi familia política en Pereña de la Ribera. En la tercera edición de Pereñarte lo han escrito junto a los de todos los del pueblo en una de las paredes del frontón, muy cerca de otra repleta de expresiones propias de la jerga local. Cada año, en las vacaciones de Semana Santa, vecinos y forasteros podemos votar en los locales del consistorio los bocetos presentados por alumnos universitarios de Bellas Artes para decorar algunas fachadas de la localidad. Con el fin de curso y el buen tiempo, los pereñanos acogen a los artistas y estos dejan sus obras de arte en la calle. Y el pueblo, cada vez más avejentado y abandonado, parece que rejuvenece y se viene arriba. Con el arte sanador y salvador.

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