Anti-racismo e indigenismo
Fue el 1 de enero de 1863 cuando los EE.UU. acabaron con la esclavitud y Lincoln, conviene recordarlo, pues parece que se ha olvidado, ... era blanco, como lo eran la mayoría de los militares del Norte que derrotaron a las tropas confederadas. Aquella liberación no significó ni de lejos una igualdad real entre negros y blancos y no fue hasta los años sesenta del siglo pasado cuando los líderes negros -apoyados por muchos blancos, entre ellos los Kennedy (tanto el presidente como su hermano Robert como fiscal general, equivalente a ministro de Justicia), pusieron las bases para llegar a una auténtica igualdad social, no sólo de derechos.
Entonces ardieron los guetos, hubo la Marcha sobre Washington, se firmó la Civil Rights Act, y la lucha continúa.
Pero no todo es agua bendita en esta lucha. También en el lado black se han cometido muchos y variados disparates. Baste con recordar a Malcom X o a la ahora superfeminista Ángela Davis.
Más cerca de nuestros días, los líderes negros en Stanford dijeron la siguiente barbaridad: “Hay que acabar con la cultura occidental”. Y la unión de los estudiantes negros logró que se suprimiera la obligatoriedad de leer a Cicerón, Platón, San Agustín, Dante, Maquiavelo y Voltaire.
La muerte de George Floyd en junio de 2020 bajo la rodilla de un policía blanco, que había sido compañero de Floyd en una empresa de seguridad, ha traído consigo protestas y movilizaciones bien justificadas, que pronto han derivado en despropósitos, como ese de derribar estatuas de personajes históricos sin cuya labor los EE.UU. no existirían.
Echar abajo la estatua de Jefferson y de otros “padres fundadores” es un disparate propio de ignorantes y antidemócratas, porque aquellos políticos fueron unos auténticos avanzados, haciendo la primera revolución liberal del mundo y lo hicieron sin violencia interna. Es verdad que Jefferson tenía esclavos, también lo es que se casó de facto con una mujer negra.
Pero lo más chusco, por ridículo y mentiroso, es que entre las estatuas derribadas estén, por ejemplo, las de Cristóbal Colón o la de Junípero Serra. ¿Acaso fueron ellos los que trajeron con malas artes a los negros desde África?
El indigenismo siempre ha cargado la mano sobre la presencia imperial española en aquellas tierras, echándole la culpa de todos sus males. Pero el indigenismo (inventado por criollos de origen español) consiste en un conjunto de patrañas que no aguantan un análisis histórico objetivo de lo que allí pasó.
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