¿A qué esperan?
Viene siendo tradición que el Gobierno de España se olvide de Salamanca. Desde aquella maravillosa primera década del nuevo siglo, cuando se ejecutaron las autovías ... pendientes, no hemos disfrutado de ni un solo presupuesto del Estado con una cierta alegría. José María Aznar fue el último gran benefactor para esta provincia. Quienes le han sucedido han ido buscando y encontrando mil excusas para no hacer nada. Que si la crisis financiera, que si el coronavirus, que si la guerra de Ucrania... cualquier contratiempo vale para justificar el aplazamiento ‘sine die’ de los proyectos pendientes en Salamanca.
Por eso la queja, el amargor, el reconcome y la rabia no van tanto con quienes mandan en España, sino contra quienes liderando las instituciones, los partidos, los sindicatos, las patronales y el resto de colectivos representativos de la provincia, no se alzan unánimes contra la sempiterna marginación de Salamanca.
Esta vez, mirando las previsiones de inversión del Ejecutivo sanchista-comunista para 2023, el olvido clama al cielo. El escándalo es mayor porque estamos ante los presupuestos más expansivos, con más dinero, en la historia de la democracia. Nunca ningún Gobierno había dispuesto de tantos fondos para invertir, y nunca se había anunciado menos para nuestra tierra.
Por eso movería a risa, si no fuera un asunto tan serio, el que el secretario provincial del PSOE salmantino, David Serrada, afirme que las cuentas del Estado “incrementan un 20% la capacidad inversora del Estado en la provincia”. Porque siendo verdad que la capacidad inversora está a niveles más altos que nunca, la realidad inversora está en los niveles más bajos de la historia. Para resumirlo en cinco palabras, podemos asegurar que aquí no se invierte nada. Aquí todas las obras pendientes de ejecución se aplazan, se anulan o se diluyen en eternos plazos. Así ocurre con la electrificación de la línea férrea de la capital a Fuentes de Oñoro, cuya finalización se anuncia ahora ¡para 2027! Tiene una gracia tremenda, porque para dentro de cinco años, a saber quién estará en el Gobierno.
Cómo será de nefasto el presupuesto del Estado para Salamanca en 2023 que los socialistas tienen que agarrarse a la supuesta condición social del proyecto económico del Gobierno para defender la bondad de las cuentas. Es decir, que los jubilados y los funcionarios salmantinos se van a beneficiar de la subida general de pensiones y sueldos, y con eso basta. Solo faltaría.
Podemos ponernos en el lugar de David Serrada o de Fran Díaz, y entenderíamos las enormes dificultades que entraña defender este presupuesto para los dirigentes del PSOE salmantino. A cualquiera nos entrarían sudores fríos y se nos secaría la lengua a la hora de dar una rueda de prensa aireando las supuestas bondades de unas cuentas que no incluyen ni una sola inversión relevante en la provincia. Lo intentaron con todas sus fuerzas el pasado viernes, y merecerían por ello un reconocimiento, si no tuvieran la posibilidad de optar por una salida honrada y coherente, que no puede ser otra que la dimisión.
En todo caso, y volviendo a lo fundamental, tan escandaloso es que el Gobierno socialcomunista muestre una vez más su desprecio por Salamanca como que las instituciones de la provincia agachen la cerviz y acepten mansamente semejante ofensa. Ha llegado el momento de decir basta, pero aquí nadie se mueve. Los mismos que sacaron a la calle a decenas de miles de salmantinos para defender los papeles del archivo son incapaces de mover un dedo ante semejante afrenta. Así nos luce el pelo.
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