¿A la deriva?
Si algún político en la actualidad responde como nadie a esas prácticas marineras que consisten en ponerse a favor del viento, ese se llama Pedro ... Sánchez, cuyos cambios de rumbo y de parejas políticas son continuos. Sus adversarios aseguran, sin embargo, que siempre va a la deriva.
La pandemia y su gestión les han quitado apoyos a los partidos que hoy nos gobiernan. Según la media de las encuestas (excepto las del CIS, claro está), tendrían hoy unos 600.000 votos menos de los que tuvieron en las elecciones del pasado noviembre. Votos que en su mayor parte se irían a la abstención y algunos a Ciudadanos y al PP. Aparte, siempre según las encuestas, de trasvases a favor del PSOE dentro de la coalición de Gobierno. Pero faltan más de tres años para volver a las urnas y Sánchez no se va a estar quieto. De hecho, ya se está moviendo y, para empezar, ha conseguido un acuerdo social con sindicatos y patronal que no es mala forma de comenzar a salir de la crisis.
El próximo paso se llama Europa y sus dineros y, a la vez, conseguir aprobar una nueva ley de Presupuestos. Y en esos dos envites veremos si Sánchez es tan hábil como él cree serlo.
Los problemas que España e Italia van a tener para obtener suficiente dinero en la UE para tapar los enormes agujeros que la pandemia ha cavado en ambas sociedades son obvios. El problema interno es más fácil de resolver: callarle la boca a Iglesias, conocido enemigo de la UE pero que no va a soltar el sillón.
En cualquier caso, una moción de censura es imposible a no ser que Pablo Iglesias la propicie, pero no creo que eso le interese al caudillo de Podemos porque este partido es él y su entorno, apoyado en cuatro discursos más pasados de moda que un corsé.
Por otro lado, Sánchez puede sacar adelante una política económica consensuada con Ciudadanos e incluso con PP, olvidarse de ERC y callar a Podemos con gestos “inequívocamente izquierdistas”. ¿Como cuáles?
En primer lugar, el “antifranquismo” que puede mostrarse mediante una nueva ley de Memoria Histórica que haga oficial esa mentira según la cual durante la guerra sólo hubo asesinatos en la retaguardia franquista. Y, claro está, el nuevo feminismo, es decir, la negación de la igualdad ante la ley y de la presunción de inocencia como principios democráticos que exige la Constitución. Asustados ante el griterío feminista, ni PP ni Ciudadanos se atreverán a abrir la boca.
No voy a apostar por estas hipótesis, pero si lo hiciera probablemente ganaría.
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