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La nueva vida de Javier Castaño

La nueva vida de Javier Castaño

Llegó el sábado por la tarde a Sevilla tras superar hace apenas 20 días un cáncer y para reencontrarse con los Miuras | Recibió el consejo del maestro Espartaco

JAVIER LORENZO

Miércoles, 9 de enero 2019, 12:43

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Hace apenas veinte días salió a la luz para anunciar la buena noticia de que había tumbado sin puntilla a la más temible enfermedad: el cáncer. Y el sábado viajó a Sevilla, en su vehículo y acompañado por uno de los fieles, el subalterno manchego Marco Galán que se ha convertido en su hombre de confianza. Partieron de Salamanca a mediodía del sábado y cuando El Fandi salía del hotel camino de La Maestranza llegaron a su destino. En Salamanca dejó a Chus, su mujer, y a la pequeña Sabela: "Nunca van a verme y ahora menos", puntualiza Castaño en la habitación en la que vela los miedos y los sueños. Una amplia, confortable y silenciosa suite en la que se encerró el sábado por la tarde y apenas abandonó hasta que se fue camino de La Maestranza a su reencuentro con los ´miuras´. Solo y en silencio pasó aquellas horas, masticado el miedo y también saboreando esta nueva vida que le ha regalado el destino. Apenas salió a tomar un café a primera hora de la mañana; y a la una comió junto a los hombres de su cuadrilla en un restaurante cercano a su morada. En la peña de un torero modesto, Lama de Góngora, donde intentó abrir un pobre apetito, a esa hora tenía candado el estómago."Apenas he podido pegar ojo en toda la noche, me dormía media hora, una dos horas y me despertaba. De la cama al sillón y del sillón a la cama", puntualiza bajo un sol resplandeciente en la terraza de la habitación, que es la impresionante azotea del hotel, con vistas a la catedral y a la Giralda sevillana: "Es mejor y más sano este miedo que el otro que me ha tocado vivir, lo prefiero. Este es voluntario", afirma con una nueva luz en los ojos quien se siente aliviado y feliz. El sábado por la noche fue a verle Espartaco al hotel: "Vino a desearme suerte, y aquí estuvimos hablando de toros, de sus tardes de Miura, de la mía de Nimes. Fue el detalle propio de un maestro indudable como él". A él se rindió muchas tardes La Maestranza, la misma que recibió a Castaño ayer con una ovación nada más romperse el paseíllo.

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